Ikea Desobedients.



En su currículo se entremezclan proyectos construidos y muy celebrados, como la Casa Sacerdotal Diocesana de Plasencia, con acciones como el Banquete del Litro de Petróleo, para mostrar el gasto energético que es necesario para servirnos los alimentos que cada día consumimos. Y es que Andrés Jaque (Madrid, 1971) no es sólo uno de los arquitectos jóvenes del momento (Juan Herreros lo eligió en nuestra última selección de futuribles y acaba de participar en el ciclo Friends of Talent del Espacio Fundación Telefónica). Artista y activista social, en sus proyectos se mezclan protesta y soluciones a partes iguales; construcción y sociología en estable equilibrio.



Su argumento vital y profesional ha calado hondo y hoy el MoMA de Nueva York muestra su pieza Ikea Disobedients que desde el pasado mes de julio forma parte de los fondos del museo. "Lo más importante es que han incorporado a su colección una situación arquitectónica. No es una maqueta, un dibujo ni un fragmento de edificio - explica Jaque-, sino una obra que pone en valor que la arquitectura no sólo son los edificios sino también las situaciones, en este caso sociales, que contribuye a generar". Un importante reconocimiento a su trabajo que, además, ha sido incluido en la exposición que hoy se inaugura, 9+1 Ways of Being Political, que analiza el potencial político de la arquitectura desde las vanguardias del siglo XX.



Una vida políticamente activa

Como casi todas las obras de este arquitecto, Ikea Disobedients no es sencilla. La pieza es, por un lado un archivo de casos de gente que cuenta con una "vida doméstica políticamente activa". Por otro lado, una instalación con mobiliario de Ikea montado sin seguir sus metódicas instrucciones, más bien al contrario, como si tendederos, lámparas, camas o estanterías hubieran pasado por las manos de un loco doctor Frankenstein.



Imagen del archivo de Ikea Disobedients

Y en tercer lugar, es una performance, la construcción de un espacio colectivo, "una especie de plaza a partir de cosas que estos desobedientes de Ikea desarrollan habitualmente en sus hogares, en su entorno domestico". Una acción que se podrá ver en el PS1 neoyorquino los próximos 16 y 23 de septiembre. Para ello el equipo de Jaque o, lo que es lo mismo, la Oficina de Innovación Política lleva semanas trabajando en Nueva York, estudiando sobre el terreno a estos desobedientes reales para que expongan su caso en uno de los espacios expositivos más paradigmáticos de la ciudad.



Pero ¿qué es la Oficina de Innovación Política? "Somos un grupo de trabajo multicisciplinar, arquitectos, sociólogos, periodistas..., que intentamos responder con una organización a la complejidad de las realidades sobre las que queremos intervenir". Para Jaque los grandes temas no se pueden discutir desde una única disciplina, ya se trata de la igual de género, el respeto a las minorías o la biodiversidad. Y nada puede ser exclusivamente atendido desde arquitectura. "La Oficina es una estructura en red dispuesta a encontrarse cuando surgiera una idea interesante". Así han visitando, por ejemplo, 96 casas para estudiar cómo se vive en Madrid. "Hemos analizado desde la casa-patera, la casa de la periferia, una comunidad de hare krishnas, unas monjas de clausura, una casa de estudiantes. Y hemos puesto en común una colección de propuestas para repensar la construcción de vivienda. Son ideas para renovar y actualizar la ciudad", cuenta.



La arquitectura como situación social

Porque lo que Jaque defiende es que la arquitectura no son sólo los edificios sino principalmente la manera en que promueve o dificulta las situaciones sociales. De ahí proyectos como la Tupper Home, finalista del premio Mies van der Rohe 2009 y de la X Bienal de Arquitectura Española, y con un prototipo construido en Madrid, planteada como una alternativa al urbanismo oficial, o la Rolling House de Barcelona, pensada para la población temporal de las viviendas en alquiler, como los estudiantes.



Rolling House en Barcelona

Proyectos que, como Ikea Disobedients, no están exentos de la crítica hacia el sistema actual de la vivienda y del urbanismo. "No me gusta cómo con ese discurso sobre las "repúblicas independientes tu casa" la marca fomenta la vivienda como lugar para olvidarse del mundo, cuando en realidad el medio domestico es el entorno en el que los grandes temas de nuestra vida colectiva se discuten, desde la separación de la basura, los roles de género o la solidaridad con los dependientes. La vivienda es la arena política de hoy y es necesario equipar los hogares y los barrios para que puedan funcionar como espacios de asociación, de ayuda, de solidaridad", explica Jaque.



Una mirada crítica hacia los suburbios, la ciudad dispersa, los adosados, los PAUs, lugares que, tal como han sido diseñados, hacen muy difícil la interacción entre vecinos, y la vecindad es para este arquitecto de los pocos espacios donde todavía la interacción social puede darse. De modo que en su estudio tratan de diseñar los escenarios de la interacción social. Una revolución silenciosa en la que no se siente solo en absoluto. "Pertenezco a una generación que ha dejado de preocuparse por el estilo para preocuparse por lo social. Hemos dejado de vernos como una élite que educa para ponernos al servicio de las necesidades de la sociedad. Trabajamos con bajo presupuesto, no buscamos un lenguaje personal, nos interesa trabajar con otras disciplinas y que se diluyan las autorías". Unas señas de identidad que comparte con otros arquitectos como Santiago Cirugeda y sus Recetas urbanas, y que le separan de claramente generaciones anteriores.



Se trata de una transformación que, aunque poco a poco, también parece darse en el mercado. "No hemos notado la crisis y proyectos recientes como los Escaravox que mostramos en Matadero Madrid este verano -estructuras para que la gente pueda tocar música- han tenido éxito y han supuesto encargos. Tenemos más trabajo ahora y es porque somos muy sensibles a cuáles son las demandas de la sociedad contemporánea", asegura.



El Escaravox en Matadero Madrid

En la Bienal de Sejima

Horas antes de salir hacia Nueva York, Andrés Jaque recuerda que ésta no es la primera vez que su obra protagoniza una importante exposición internacional. Ya en 2010, en la Bienal de Arquitectura de Venecia comisariada por Kazuyo Sejima nada más ganar el premio Pritzker, la arquitecto japonesa le seleccionó personalmente para su exposición central. "Fue una manera de reconocer que las ideas estaban por encima del poder y de la fama".



Pero lo que para estos arquitectos estaba tan claro ya hace años, no quedó patente para el resto hasta mucho tiempo después: el modelo residencial en España estaba en crisis. ¿Por qué se tardó tanto en reaccionar? "No lo sé. Para nosotros era evidente que el urbanismo no se pude hacer desde arriba mirando el terreno y la rentabilidad". Y ahora, ¿cuál es el futuro del urbanismo? "Espero que esté marcado por una ralentización de los procesos, que todo se haga poco a poco, que no se duplique la superficie construida en una década; que las decisiones estén basadas en el diálogo, la discusión pausada y el debate, y que se intenten minimizar los recursos, que se deje ya de matar moscas a cañonazos". Quizá por eso a Jaque le guste, además, dar clase. Profesor de la Universidad Europea de Madrid, intenta desde su democrática tarima que las personas que van a trabajar como arquitectos tomen conciencia de su responsabilidad y de que sus acciones cambian la vida de mucha gente.