La artista sudafricana afincada en Amsterdam presenta su segunda exposición en Italia tras su recordada muestra del Castello di Rivolli.

Fue junto a Francis Bacon, en 1995, en el espacio turinés, la primera comparecencia italiana de Dumas en lo que constituyóuna exposición ejemplar. Ahora, de forma paralela a la Bienal de Venecia, la artista, nacida en 1953, expone una selección de sus últimos trabajos y algunas piezas anteriores así como piezas realizadas específicamente para esta cita. Es esta la primera gran exposición tras la retrospectiva que realizara el pasado año, organizada por la Fundación De Pont, el Centro Pompidou y el New Museum de Nueva York, centrada en sus dibujos desde el año 1973. No es de extrañar que su primera gran retrospectiva itinerante esté dedicada a su obra sobre papel pues tiene ésta la misma importancia y se encuentra al mismo nivel que el resto de su obra pictórica.

Dumas extrae sus imágenes de revistas y archivos fotográficos. Nunca trabaja con modelos. A través de estos documentos construye un lenguaje con el que cuestiona toda una serie de conceptos ligados, la mayoría, a problemáticas sociales que se pueden adscribir al tema de la identidad. Factores como la raza, el género, la religión o la condición de madre afloran en una pintura de notable agilidad, sumamente vibrante y muy capaz de provocar un alto nivel de desconcierto, conmoción y enigma. Mantiene en muchas ocasiones una apariencia inacabada, con trazos ligeros y poco certeros que impiden un completo discernimiento, a medio camino entre el esquematismo del dibujo y la composición depurada, a medio camino entre lo perceptible y lo oculto.

Marlene Dumas alardea de su falta de rubor, de su descaro para someter las imágenes que toma prestadas y trasladarlas a un territorio que mezcla lo sórdido y lo confuso. Hay una sensación dramática que empieza por atisbarse pero que permanece por un tiempo en un estado nebuloso que se disipa a medida que tomamos noción del tema en cuestión. La comprensión final del sujeto viene dado por nuestra asimilación de los títulos que da a sus obras pues, desde principios de sus carrera, la artista es muy aficionada al lenguaje, al grafismo y al mensaje explícito. Dumas admite no distinguir entre un tema tabú y uno convencional pues dice no encontrar esa frontera. A este respecto conviene decir que la exposición se titula "Suspect" y que una parte importante de la obra de Dumas trata el género del retrato. Al contemplar esas figuras que nos escrutan nos vemos obligados a preguntarnos "¿Quién es el sospechoso?" No sabemos si debemos mirar a la figura en tono acusador o ruborizarnos al pensar que podemos haber pecado. Contemplar algunas de las pinturas de Marlene Dumas supone vivir en un clima de intranquilidad. De Elizabeth Peyton dijo "....Ella pinta gente agradable....Yo no."