Marta Minujín: El Partenón de los libros, 1983

La artista argentina Marta Minujín (Buenos Aires, 1943) está siendo recientemente objeto de revisión desde no pocos foros en el ámbito del arte contemporáneo. Presente en la actual Bienal de Sao Paulo, en la que juega un importante papel junto a otros artistas del conceptual de primera generación latinoamericano, participó también en la colectiva sobre el monumento que tuvo lugar en la galería Luisa Strina, bajo la dirección del comisario Rodrigo Moura. Aquí mostró uno de sus trabajos más conocidos, el Obelisco reclinado, que ya presentó, precisamente, en la Bienal de Sao Paulo de 1978, una ficción sobre el obelisco de Buenos Aires volando hasta Sao Paulo que incide irónicamente en la hipotética ingravidez de dicho elemento arquitectónico, asociado siempre a una pétrea e inquebrantable rotundidad. Como sabemos, Minujín también es protagonista en Sevilla, donde estos días recupera un proyecto titulado MINUCODEs, realizado hace ya más de cuarenta años, en el que explora el comportamiento de las distintas esferas sociales ante un mismo contexto.



Esta gran retrospectiva de Buenos Aires lleva la firma de Victoria Noorthoorn, una de las comisarias más respetadas del país y responsable artística de la Bienal de Lyon de 2011. Noorthoorn ha diseñado una exposición que cubre tres décadas, desde las aproximaciones pictóricas de finales de los cincuenta hasta sus ambiciosos proyectos de participación ciudadana de los últimos años de la década de los ochenta.



La obra de Marta Minujín se ha asociado siempre con las experiencias sociales de los años sesenta y setenta. Es necesario recordar que mientras en Norteamérica se daba un tipo de arte conceptual muy imbricado en la tautología, la filosofía y la lingüística, los vecinos del Sur practicaban un arte mucho más centrado en la ambición de mejorar las precarias condiciones sociales existentes en un momento histórico dominado por la infamia dictatorial. Los artistas latinoamericanos abordaron la necesidad de fundir el arte y la vida y, desde acontecimientos urbanos en los que ya se demandaba la presencia física de la población, señalar las grietas morales de un contexto sociopolítico agonizante. Las estrategias utilizadas eran a menudo radicales y altaneras (el artista Luis Camintzer va aún más allá y sitúa al movimiento revolucionario uruguayo de los Tupamaros como una referencia para el arte conceptual latinoamericano).



Marta Minujín es un personaje clave en esta dinámica. Transgresora y tenaz, excéntrica y siempre dispuesta a derribar los cimientos que soportan lo convencional, sus trabajos son radicales y sorprendentes. Estando en París a principios de lo sesenta realizó la pieza La Destrucción, estructuras habitables hechas con colchones que cogió de hospitales parisinos. La idea fue que otros artistas destruyeran violentamente todas estas "viviendas". La pieza se adelantó en 5 años al 68 francés.



La exposición, que ha generado una enorme expectación en Argentina, estará integrada por los mejores trabajos de Mijunín. Puede verse el Partenón de los Libros, un edificio que emula al templo ateniense y que está construido con libros en su día prohibidos en la democracia; Simultaneidad en Simultaneidad, una acción realizada al mismo tiempo por Alan Kaprow, Wolf Vostell y Mijunín en sus respectivos países y conectadas a través del satélite "Pájaro volador"... Hay registro de muchas de sus performances, como la que realizó en 1985 con su amigo Andy Warhol (dos personajes muy afines en muchos aspectos) en la que cancelaba la deuda argentina con el pago de choclos, el característico maíz latinoamericano. Son trabajos en los que la artista se revela como un personaje de carácter público, rebelde, lúdico y popular, signos que no eclipsan un tremendo rigor intelectual en cada creación pues la artista es, en palabras de Noorthoorn, "un ejemplo de método, precisión, resistencia, generosidad y espíritu crítico."