Never Land, de Christodoulos Panayiotou

Contemporary Arts Museum. Saint Louis, EEUU. Del 27 de enero al 22 de abril

Ya en 2008, cuando disfrutaba de una estadía en la residencia berlinesa de Bethanien, se veía que el de Christodoulos Panayiotou pronto emergería como uno de los nombres más relevantes del escenario internacional. Tan solo hubo que esperar un par de años para ver cómo su obra se colaba en colectivas importantes mientras comenzaba a realizar individuales en centros de primera fila. Vimos su trabajo recientemente en The End of Money la colectiva que organizó Juan Gaitán para el Witte de With, centro holandés del que era comisario. La pieza que ahí expuso llevaba por titulo 2008, y consistía en una montaña de billetes de libras chipriotas trituradas que funcionaba como una buena metáfora de la exposición, centrada en el concepto de valor, más allá del que asociamos al dinero. En España ha participado en el proyecto You're not alone en la Fundación Miró, auspiciado por Hans Nefkens, una serie de producciones en torno al asunto del SIDA. La pieza que ahí presentó, Nowhere, consistía en una gran lona que sólo se veía doblada en la sala y a cuya realización pudo asistir el público en una producción performativa, de "puertas abiertas".



Panayiotou nació en Limassol, Chipre, en 1978 y vive y trabaja en Berlín. Además de Bethanien ha realizado residencias en IASPIS y en Capacete, dos de las más prestigiosas, sobre todo la primera, a nivel mundial. En el Museo de Arte Contemporáneo de St. Louis, uno de los más importantes del sur de Estados Unidos, presenta su primera individual institucional americana, algo que, dada su edad, debe ser considerado un importante logro. Bajo el título One thousand and one days, la exposición se detiene ante asuntos que tienen parte de su origen en la singular identidad nacional de su país, envuelto en no pocas situaciones delicadas a lo largo de su historia. La citada 2008, por ejemplo, exploraba el tránsito desde la libra hacia el euro y las implicaciones del abrazo de Europa, y al mismo tiempo se detenía en ese otro recorrido entre el valor económico y el valor artístico. Tiene su obra la ambición de hermanar la interpretación de la historia local en el marco de una percepción geopolítica global. Para ello, bucea a menudo en los archivos municipales y nacionales, de los que extrae valiosa información sobre cuestiones antropológicas y sociológicas. No hay que olvidar que el artista estudió antropología antes de dedicarse al arte.



Pero, claro, como todos sabemos, el arte es el único campo en que uno puede tomarse a la ligera el rigor inherente a toda ciencia, y Panayiotou no se queda corto a la hora de subvertir la ingente cantidad de material de archivo que encuentra en su búsqueda. En la mayoría de los trabajos quiere presentarnos narrativas paralelas a las oficiales, reventar tópicos y trazar nuevas opciones alternativas de comprensión de lo que no cuenta la historia con H mayúscula. El título de su muestra en St. Louis mezcla dos fuentes muy distintas. De un lado está el libro A Thousand Days, escrito en 1965 por Arthur M. Schlesinger, Jr, un texto sobre los años de gobierno del presidente Kennedy escrito por un autor muy cercano al propio JFK. Significativamente, se suele decir de este libro que mezcla una importante ambición literaria con un asombroso rigor historicista. La otra fuente es el célebre Las mil y una noches, la mítica colección de relatos basados en la tradición árabe que tienen, habitualmente, como protagonistas centrales al líder político de turno.



En buena medida, el trabajo de Panayiotou se detiene ante el tema de la celebración y el ritual con el que quiere presentar lo vernáculo en el marco del mainstream globalizado. WonderLand, 2007, una de sus piezas más conocidas y espina dorsal de esta muestra estadunidense, parte de los archivos de su ciudad natal, de los que extrae conclusiones muy claras sobre la creciente implantación de fenómenos globales en la cultura local a la vista del carnaval que todos los años tiene lugar en la ciudad y en la que cada vez se pueden ver más disfraces procedentes del universo Disney.



Y una conclusión tal vez más amplia que trasciende la iconografía del trabajo emerge del propio medio utilizado por Panayiotou, la fotografía y las proyecciones de diapositivas, que enraízan en los discursos sobre veracidad y rigor documental. Las instalaciones con varios carruseles de diapositivas proyectan una narrativa fragmentaria. Su trabajo también se apoya en la descontextualización de imágenes procedentes de periódicos, que monta también en diapositivas y que inciden en su carácter espectral de tan subjetivo, pues esas imágenes han pasado ya por tres filtros que las han despojado de su potencial revelador de toda verdad: el del fotógrafo que captura la imagen, el del periódico que la contextualiza a su gusto y, por último, el del propio artista. Es así como el chipriota analiza las propiedades del archivo, que cuestiona y sistemáticamente subvierte para desmontar toda creencia hegemónica.