Image: Walid Raad, presentes continuos

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Arte internacional

Walid Raad, presentes continuos

6 junio, 2014 02:00

Una de las vistas de la exposición de Raad en Nîmes

Como aperitivo de la gran retrospectiva que le dedicará el MoMA de Nueva York el próximo año, el artista libanés Walid Raad presenta, hasta mediados de septiembre, una exposición con muchos de sus trabajos más importantes en la ciudad Nîmes.

Como nota biográfica, tal vez sea interesante recordar que, ya en Estados Unidos y siendo aún estudiante, Walid Raad (Chbanieh, Líbano, 1967) trabajó en laboratorios de fotografía en los que cultivó su interés por los procesos químicos del medio. Se mantienen inalterables en su memoria las visitas al George Eastman House, el que se dice el museo de fotografía más antiguo del mundo. Y recuerda también como un momento decisivo su devota contemplación de los hitos del expresionismo abstracto en diferentes museos de la costa este. El modo de registrar la realidad de Eugéne Atget, August Sander o Walker Evans y la manera de explorar la subjetividad de los pintores americanos a través del color forjaron una identidad estética que pronto abrazó la dolorosa verdad de la(s) guerra(s) en su país desde el cuestionamiento de nuestra invariablemente acomodada manera de consumir las imágenes.

Estos preceptos se hacen visibles con extraordinaria nitidez en las dos series que, con amplitud, presenta el artista en esta exposición en el Carré d'Art en Nîmes, The Atlas Group (1989-2004) y Scratching on the things I could disavow (2007-en proceso). La primera se detiene ante la historia reciente del Líbano, desgarrado por un conflicto perenne. La segunda lo hace ante el creciente advenimiento de nuevas y ambiciosas políticas culturales en el mundo árabe, que el artista percibe con tanto asombro como sentido crítico. Podría parecer que una de las series mira al pasado y la otra lo hace hacia un posible futuro, pero todo lo que concierne a la temporalidad tiene mucho peso en el trabajo de Raad, y algo nos dice que no va a ser tan sencillo como eso.

Tienen las dos series motivaciones y resultados diferentes pero las dos revelan con claridad la metodología del libanés, basada en un compulsivo ejercicio de subversión de los lenguajes y los formatos y en la elasticidad de sus planteamientos en relación a la narración de la historia, al archivo, al documento, al testimonio, a la fotografía y sus motivos, al registro de los hechos... La acotación temporal que se subraya en ambos títulos es, al menos, relativa. Ni la primera ha dejado de crecer desde 2004, ni la segunda nació en una fecha tan tardía como 2007, y es que Walid Raad no mira hacia atrás para contar la historia, pues la entiende en presente continuo. Tampoco se considera, como artista, legitimado para hacerlo, y por eso crea un archivo ficticio, The Atlas Group, quitándose así de en medio. The Atlas Group es una invención en la que todo nace de la memoria de lo vivido, sí, pero los hechos exceden las cronologías, las imágenes se zafan de su corsé documental y los testimonios redundan en la validez que nunca tuvieron pues sus interlocutores son figuras ficticias. Todo en Raad debe ser mirado con recelo porque cuando no pasa por el filtro de la ficción se aloja en el territorio de las hipótesis y a menudo ocurre que de la verdad y de los sucesos reales apenas queda un leve rastro.


Let's be Honet, The Weather Helped, 1998

En la extraordinaria Let's be honest, the weather helped, 1998, un minucioso recuento de los proyectiles que impactan sobre los edificios de Beirut recuerda a los arduos trabajos de campo típicos del arte conceptual. Sobre fotografías de edificios regados de munición aplica Raad un ejercicio igualmente autorreferencial, añadiendo pequeños círculos de colores cuyo diámetro es el mismo que el de cada proyectil. ¿Cuánto hay del arte conceptual normativo? Muy poco. Son imágenes de seductora visualidad que representan fotografías analógicas pegadas en cuadernos prolijos en anotaciones, como si de un diario se tratara. Pero el tratamiento que de ellas realiza Raad se acoge a las leyes básicas de la fotografía digital y están diseñadas para expandirse ilimitadamente por el mundo. La experiencia personal y el consumo masivo van de la mano, y también el rigor conceptual y las cálidas veleidades poéticas que salpican todo su trabajo y que lo sitúan muy cerca del acervo literario, algo que constata el singular modo de titular sus trabajos (Oh, Dios, dijo hablándole a un árbol o Podemos hacer lluvia pero nadie vino a pedirla)...

Las conjeturas en torno a la política cultural en el mundo árabe que se reúnen bajo el título Scratching on the things I could disavow (2007-en proceso) se entienden como un trabajo preventivo, como un antídoto, al decir del artista, ante lo que pueda venir. Hay más aquí de crítica institucional que de reconstrucción histórica, y no tanto de ambigüedad en la autoría como de la posición de Raad ante el discurrir de los acontecimientos. Desde su presente atónito el artista se proyecta en el futuro y plantea proposiciones tan absurdas como ácidas. ¿Qué ocurrirá si cuando abran los museos no cabemos por sus puertas? ¿Y si la pugna entre los reflejos y las sombras elimina la posibilidad de la contemplación? ¿Podrá estar representado en el Museo (siempre con mayúsculas) un artista que no haga, un artista que se equivoque, alguien que se deleite en ambas "frivolidades"?