The Soup, 2009

Es un dúo artístico portugués que ha pasado a primer plano en la última década por su capacidad para usar el lenguaje del cine en una forma totalmente nueva. João Maria Gusmão y Pedro Paiva presentan ahora su trabajo en HangarBicocca de Milán su mayor exposición hasta la fecha, Papagaio, que puede visitarse hasta el 26 de octubre.

No goza el cine de buena salud, al menos el cine realizado por artistas visuales, aunque tampoco la salud del que hacen los cineastas es envidiable. El poder del digital y la percepción global de que el cine es más una forma de hacer dinero que un medio para construir significado suponen una inquietante amenaza para la producción analógica. Últimamente, sin embargo, se ha dado un curioso fenómeno. Pese a las admoniciones sobre su posible defunción, ha proliferado la utilización de medios analógicos, las películas rodadas en 16mm, y aquí es cuando conviene separar el grano de la paja.



Hemos visto cómo la voracidad con la que lo virtual se ha instalado en muchos sectores de lo cotidiano ha provocado un hartazgo de lo tecnológico y un anhelo de los formatos tradicionales. Lo vintage se impone al lápiz de memoria, y si entramos en las salas de exposiciones pronto comprendemos que la presencia de proyectores de 16mm no responde tanto a una voluntad de reflexionar sobre las propiedades técnicas y narrativas que ofrece el medio sino a la de deleitarse con la belleza del dispositivo.



Una de las cuestiones que con mayor reiteración abordan los artisitas es la tensión entre verdad e ilusión.

Rosa Barba, Melvin Moti, Emily Wardill o Luke Fowler, ondea la bandera del cine analógico desde el rigor y un profundo conocimiento del medio y su historia, pero ninguno ha logrado producir la fascinación que proyectan las breves películas de João Maria Gusmão (1977) y Pedro Paiva (1979), el tándem de jóvenes lisboetas que durante todo el verano presenta en el espacio milanés de HangarBicocca la exposición más amplia de su obra.





Fallling trees,2014



Bajo el título Papagaio y el comisariado de Vicente Todolí, director artístico del centro financiado por la casa Pirelli, la exposición se articula en torno a una importante selección de películas de corta duración, un mediometraje y tres camerae obscurae. La belleza de situaciones más o menos cotidianas rodadas sin corte alguno no oculta una profunda reflexión filosófica. Las imágenes ilustran conceptos que han sido cuidadosamente construidos y que revelan un conocimiento de la teoría del arte y del cine y de los discursos en torno a la percepción que a veces resulta intimidador.



El espectro de referencias es amplísimo, con alusiones a aspectos filosóficos procedentes de todas las latitudes imaginables. Pero las imágenes no se resienten. Una de las cuestiones que con mayor reiteración abordan los artistas es la tensión entre verdad e ilusión. Muchas veces se llega a la conclusión de que la realidad es sistemáticamente ignorada, y es la ilusión la que lleva la voz cantante en diálogo con las duplicaciones y ramificaciones que ella misma produce. Estas ideas son trasladadas a lo visual a partir de metáforas inscritas en algo tan cotidiano como freír un huevo (Fried Egg, 2008), o la captura de un destello de luz que triplica la silueta del sol, como en la bellísima 3 Suns, de 2009. El modo en que desde la situación más elemental del día a día se pueden formular preguntas de mayor trascendencia, es uno de los argumentos centrales en la obra de Gusmão & Paiva. La película de los tres soles alude, a través de un episodio biográfico de Isaac Newton, al afterimage, las imágenes residuales que permanecen en la conciencia y que dejan de pertenecer a lo visual para funcionar sólo en la mente.



Hay una actitud ascética y severa en el trabajo que sitúa su obra en un plano metafísico. Como en los interiores domésticos de Vermeer, en los que lo cotidiano es sistemáticamente elevado a un plano de excepcionalidad, Gusmão & Paiva se detienen ante los conceptos vertebradores del cine desgajándolos y emplazándolos a una realidad paralela y excéntrica. A veces recurren a lo ya visible y otras crean escenarios para que se de la situación buscada. Otras son construidas por medio de escenificaciones que cautivan con su desacomplejada sencillez.



La exposición incluye tres camerae obscurae, una de las cuales, Before Falling Asleep, ha sido producido por Hangar Bicocca (también lo han sido 8 películas). Como su nombre sugiere, vuelve el tándem a explorar los rincones de la percepción, con una epatante reflexión sobre la visión estereoscópica. Lo hacen situando la acción en un vagón de tren, simulando la mirada cansada de alguien a punto de dormirse, y las imágenes a través de las ventanas quieren subrayar el espacio que media entre lo que ven cada uno de nuestros ojos, ese que el cerebro elimina fulminantemente.

Bienal de Venecia

Si en el futuro Gusmão y Paiva recordarán Milán como la ciudad en la que realizaron su primer proyecto a gran escala, no deberían subestimar el papel que ha jugado Venecia en el desarrollo de su trabajo. Fue en el Pabellón portugués de la Bienal de 2009 donde el grueso de la comunidad artística internacional pudo ver sus singulares ejercicios alegóricos de comprensión del mundo reunidos en un gran conjunto. Ahí destacaba The Soup, uno de los filmes más aclamados del tándem y obra esencial en esta exposición milanesa, una reflexión sobre cómo el hombre asume los designios de la naturaleza a través de la mímesis. La imagen de los monos fisgoneando en un caldero, que alude metafóricamente a un modo irracional de acercarse a la verdad, es uno de los emblemas del trabajo de los portugueses. En 2013, la Bienal de Venecia, esta vez en su exposición principal, volvió a consagrar el quehacer de Gusmão & Paiva con una excelente instalación en el Arsenale.