La familia del Infante Don Luis de Borbón
La National Gallery de Londres acoge la mayor muestra de los retratos del aragonés. Goya. The Portraits rastrea la carrera del artista desde sus inicios en la corte de Madrid hasta su nombramiento como primer pintor de Carlos IV
La idea ya le rondaba a Xavier Bray, comisario de la muestra, desde el año 1999 cuando hizo una pequeña exposición con La Familia del Infante Don Luis de Borbón. "Vino a la National Gallery y tiene tantas cosas dentro... me fascinó porque conocemos sus pinturas negras, La maja desnuda y Los caprichos pero no tanto su faceta retratista", recuerda. De hecho fue Miguel Zugaza, en aquel momento director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, quien le animó en esta ambiciosa aventura cuando allí vio un retrato de Zapater y otro de Moratín. A las dos pinturas les separan 30 años y conmovido por su evolución técnica y pictórica supo que quería contar la historia de Goya, ese artista que "quería ser reconocido como retratista de la época, como Velázquez" 150 años antes que él, cuando en aquel momento no había profesionales que cultivaran esta técnica sino más bien dedicados a la pintura religiosa.
La muestra incluye obras que rara vez han sido prestadas e incluso algunas que nunca han sido mostradas al público. "Sus pinturas siempre son difíciles de conseguir pero sobre todo importantes piezas como las de Godoy, la Duquesa de Alba, Carlos IV vestido de cazador y María Luisa llevando mantilla", asegura el comisario. De los préstamos más importantes, comenta Bray, han sido las diez piezas que el Museo del Prado ha aportado a la exposición haciendo posible un hilo conductor fuerte y consistente. Es el caso del retrato de Jovellanos que en esta ocasión se reúne con Saavedra. "Ambos se hicieron en pareja pero están separados así que va a ser interesante verlos juntos de nuevo".
Carlos IV vestido de cazador, María Luisa con mantilla. A la derecha La duquesa de Alba
Una de las piezas más importantes y de las que más contento se muestra Xavier Bray es de La duquesa de Alba. "No viaja, no puede hacerlo porque está escrito así en el testamento pero la idea de ser una extensión de España hizo que viniera". Así, esta obra junto a la de los reyes se vuelven imprescindibles. "Son muy importantes, sin ellos no se puede contar la historia de Goya como pintor de la corte. Además son dos obras magníficas donde se ve al rey y a la reina en un aspecto tranquilo, de descanso", explica. Se trata, por otro lado, de la segunda vez que las obras han sido prestadas y la segunda vez que las piezas han salido de España. Son parte de la herencia española. Su lugar es el Palacio Real de Madrid, "son parte de la decoración y tienen su papel en los eventos. Era como quitar algo al Palacio pero ambos cuentan la historia de cuando a Goya le hicieron primer pintor de la corte".Para el lienzo de María Luisa, continua, se inspiró en el de la Duquesa de Alba. "Quiere ser la maja española", anota, una especie de "Maria Antonieta haciendo de campesina pero en este caso hablamos de la moda española de finales del siglo XIX". Al parecer, opina Xavier Bray, al aragonés le gustaba pintar vestidos complicados mostrando, nuevamente, su ambición por la pintura. "Es complicado captar el juego de pliegues de la mantilla, es fino y complejo y él lo interpreta con un toque ligero".
Detalle de Los duques de Osuna y sus hijos. A la derecha El marqués de San Adrián
Es así como este miércoles Trafalgar Square recibe a uno de nuestros artistas más importantes, una figura que pintó con el corazón dando vida y plasmando el aspecto psicológico de cada uno de ellos. Lo interesente, apunta Bray, es descubrir el carácter del retratado pero, a su vez, conocer más profundamente al propio artista ya que "ves a la persona a través de los ojos de Goya". Hay psicología y empatía en sus trazos, cualidad intrínseca al aragonés de la que carecían otros pintores. Su ambición le llevó a incluirse en todas sus obras hasta que fue depurando su estilo hacia un fondo neutro que empuja a centrarte en la cara del retratado.
@scamarzana