Zome Alloy, de Óscar Tuazón ante el pabellón donde se celebra Art Basel. Foto: Art Basel
La caravana del arte contemporáneo se traslada de Zúrich a Basilea tras el intenso fin de semana inaugural de la Manifesta que ha diseñado Christian Jankowski. Desde hoy y hasta el próximo domingo, la ciudad regada por el Rin acoge el mayor evento del mercado del arte -o del mercado del arte que aún no se ha rendido al creciente poder de las casas de subastas- que abre sus puertas en los pasillos de Messe Platz. Durante los peores años de la recesión económica, la feria de Basilea impuso su velocidad de crucero y sorteó el bache sin mayor dificultad. Preguntarse hoy si será un buen año de ventas para la feria resulta hasta inapropiado, cansino.Cuatro galerías españolas participan en el programa general: Juana de Aizpuru, Helga de Alvear, Elvira González y ProjecteSD. En la sección Feature, la galería valenciana Espai Visor presenta la obra de un grande del arte conceptual europeo, Braco Dimitrijevic, que estos días tiene una interesante individual en la Galería de Arte Moderna de Turín. Y en Statements, el peruano residente en Holanda Daniel Jacoby mostrará sus últimos trabajos en la debutante MaisterraValbuena, que hasta este año era una habitual de Liste. Estaremos también atentos en esta sección al stand de Société, donde podrá verse la obra de Timur Si-Qin, que participa estos días con un buen trabajo en la recientemente inaugurada Bienal de Berlín. La Galería Polígrafa de Barcelona en la sección Editions completa una participación española que, como viene siendo tradición, no encuentra su lugar en la primera división del mercado internacional, algo de lo que no debemos culpar exclusivamente a las galerías sino al coleccionismo en nuestro país en un sentido más general. ¿De qué serviría a las galerías tener en su nómina a los mejores artistas si no hubiera quien los comprara? Que hay mucho trabajo por hacer vuelve a ser la principal conclusión que sacamos al visitar la feria de Basilea. Por alguna razón, nuestros vecinos europeos triplican, por ser generosos, el número de galerías que los representan.
Junto a Art Basel, en una gran nave adyacente, Art Unlimited vuelve a poner de relieve las propuestas más ambiciosas, con proyectos de gran escala, específicos y también históricos, a los que sólo pueden acceder, en su mayor parte, las grandes instituciones. Se esperan con expectación los proyectos de Thomas Bayrle, Isa Genzken, Trisha Donnelly, Nina Canell y de un italiano del que muy poco se sabe en España, Emilio Isgró.El arte español no encuentra su lugar en la primera división del mercado internacional
Fuera de la feria, derramada por la ciudad, la sección Parcours reclama un justificado protagonismo. Se trata de intervenciones específicas en las que el peso curatorial es mayor. Lógicamente, las galerías de los artistas están detrás, pagan por su participación y por la producción de la obra, pero hay un comisario -se estrena este año Samuel Leuenberger, que sustituye a Florence Derieux- cuyo papel es visible. Proyectos de Michael Dean, nominado para el Turner y con una exposición bonita en la Fondazione Giuliani, Daniel Gustav Cramer o Eva Kot'átková, a quien Juan Canela presentó no hace mucho en la Fundación Miró, son las apuestas más interesantes.
Obras de Félix González-Torres, Jeff Koons, Charles Ray y Katharina Fritsch en la exposición Sculpture on the Move 1946-2016 en Kunstmuseum Basel. Foto: Gina Folly
Tal vez la reapertura del Kunstmuseum sea uno de los platos fuertes de la temporada en Basilea
Fuera del ámbito comercial, aunque no demasiado lejos -ya se sabe que los artistas que exponen en los museos de la ciudad durante la feria tienen una visibilidad sin parangón y, por lo tanto, una muy fácil accesibilidad a la venta-, la oferta es extraordinaria. Tal vez sea la reapertura del Kunstmuseum uno de los platos fuertes de la temporada en la ciudad. Su sede de St. Alban Graben, junto al Rin, se ve ahora duplicada en la acera contraria en un edificio sobrio de ángulos sutiles en cuyo interior puede verse una monumental exposición de escultura dirigida por el responsable saliente de la institución, el director Bernhard Mendes Burgi, a quien sucederá en el cargo el suizo Josef Helfenstein, que viene de la Colección Menil de Houston. La muestra, Sculpture on the Move 1946-2016 es una exposición demoledora. Es heredera de ese otro blast, la colectiva Painting on the Move, que Mendes Burgi organizó al poco tiempo de llegar el cargo en 2001 y que montó en los espacios del Kunstmuseum, el Gegenwartkunstmuseum y la Kunsthalle. La exposición de escultura que ahora vemos tiene lugar sólo en los dos primeros, pero es igualmente extraordinaria. Es su muestra de despedida y es imprescindible. En la cercana Kunsthalle, que dirige Elena Filipovic, anterior directora de WIELS, puede verse una muestra individual del noruego-germano Yngve Holen, dueño de un trabajo fuertemente arraigado en la tecnología con el que interpela a un cuerpo que se nos revela siempre ausente. Holen viene de realizar un trabajo potente en la bienal de Berlín, donde ha presentado un proyecto que mezcla la ansiedad contemporánea que dimana de nuestra relación con la tecnología y cuestiones de naturaleza mística arraigadas en imaginarios ancestrales. Como siempre en este espacio del centro de la ciudad, la relación entre el espectador, la obra y la singular arquitectura del lugar, produce una experiencia sobresaliente.
Más alejados del centro se encuentran Schaulager y la Fundación Beyeler. En el primero puede verse una instalación de Katharina Fritsch y el bielorruso Alexej Koschkarow. Fritsch ya realizó una intervención permanente en una de las salas del espacio firmado por los arquitectos Herzog y De Meuron, y, pese a ser algo más escueto que otras exposiciones anteriores dedicadas a artistas como Jeff Wall, Tacita Dean o Francis Alys -la institución ha reducido la escala de sus exposiciones temporales y ha dado un viraje definitivo hacia la investigación-, no deben dejar de visitarlo.La relación entre el espectador, la obra y la Kunsthalle, produce una experiencia sobresaliente
Instalación de Michael Landy en el Museum Tinguely. Foto: J. Hontoria
No por ser citada en último lugar debe pasar desapercibida una magnífica exposición dedicada al artista británico Michael Landy en el Museum Tinguely. A la institución le gusta programar artistas que guarden relación con el gran Jean Tinguely, uno de los popes del arte suizo del siglo XX. Cuando era aún un joven artista, Landy, que emergió como uno de los más interesantes artistas británicos de principios de los noventa, fue seducido por el "Homage to New York" que Tinguely realizó en el MoMA en 1960, una pieza performativa diseñada para destruirse en el proceso. Toda la obra de Landy, de quien llevábamos tiempo sin saber gran cosa, tiene que ver con la deconstrucción y la entropía a la que la sociedad de consumo aboca a los propios productos que alumbra. Está bien traído el trabajo al Museum Tinguely en una exposición en la que toda la obra de Landy se muestra mezclada sin muros ni jerarquías, cronológicas o formales.
@Javier_Hontoria