Vista de la exposición La invención concreta en el Reina Sofía en 2013, con obras de la Colección Phelps de Cisneros.
Ya conocen la noticia: Patricia Phelps de Cisneros ha entregado al MoMA 102 obras de su colección de arte latinoamericano. Pero, ¿qué significado y qué trascendencia tiene esta donación? Analizamos el contexto en el que se produce el anuncio: el de la guerra entre los museos neoyorquinos.
La CPPC se presenta como adalid del arte latinoamericano pero sólo lo es de un segmento muy "concreto" del mismo: la abstracción geométrica en los países antes mencionados. Las obras que quedarán en el MoMA no son lo variadas que cabría suponer: de las 142, 23 son del venezolano Alejandro Otero, 16 de Gego, 13 de Hércules Barsotti, 9 de Lygia Clark y de Oiticica, 7 de Willys de Castro y de Jesús Rafael Soto... Un tipo de arte olvidado durante varias décadas que, es cierto, Phelps ha contribuido en gran medida y con mucho tesón a reposicionar en ciertos museos (el Reina Sofía entre ellos) y en el mercado. Pero esta donación no es sólo un gesto de filantropía individual enmarcada en la estrategia de la coleccionista para "cambiar agresivamente el canon" del arte moderno. Para entender su significado pleno debemos examinar el contexto en el que se produce.Lowry ha llenado el Patronato del MoMA de coleccionistas millonarios, pero es cuestionado. Phelps está con él y esta donación va dirigida a sostenerlo
El patronato del MoMA
El MoMA, que no atraviesa su mejor momento en cuanto a su credibilidad como institución cultural, ha sido durante muchas décadas el museo de arte moderno de referencia en el mundo y formar parte de su patronato es, aunque muy caro, un honor que muchos codician. Patricia Phelps fue introducida en él, en 1992, por el ya centenario filántropo David Rockefeller, con mucha mano allí por ser hijo de una de las fundadoras del museo. Su marido, el magnate Gustavo Cisneros, había comprado, en los 70, el negocio de supermercados en Venezuela de los Rockefeller, poderosa familia que facilitó el aterrizaje de la pareja en Nueva York. Se adhirieron a otra iniciativa cultural (y política) de David Rockefeller, la Americas Society, en cuyo patronato figura Cisneros y en cuyas salas se mostró el año pasado una selección de obras de "Artistas viajeros de América Latina", una de las colecciones que integran el conglomerado CPPC: a la más destacada, la de arte moderno latinoamericano, se suman la de arte actual internacional, la de arte colonial y otra, antropológica, sobre las tribus del Orinoco que se vio en Santiago de Compostela en 2013.Oiticica (donada por Cisneros) junto a uno de los cuadros de Mondrian del MoMA
Phelps tiene un papel destacado en la Tate, donde forma parte del Comité de Adquisiciones de América Latina y tiene vínculos con la Fundación Beyeler, el LACMA, los museos de la Universidad de Harvard, el Museo Reina Sofía.. Pero ninguno de esos vínculos es tan estrecho ni le aporta una comparable notoriedad como el que mantiene con el MoMA. Realmente, puede presumir de haber impulsado un giro en la atención que el arte latinoamericano recibe en este museo capital. Desde su fundación mostró interés por la región, enfocado sobre todo al muralismo mexicano: en 1931 dedicó una exposición individual a Diego Rivera (era el segundo artista vivo que merecía tal distinción) y Abby Aldrich Rockefeller donó en 1935 obras suyas y de Orozco al museo. En los cuarenta, se creó un fondo para comprar arte latinoamericano pero el ímpetu se perdió pronto, retomado sólo en los 90, en la etapa de Lowry. Phelps no sólo ha ido donando obras, en lote (cuando se inauguró la anterior ampliación en 2004) y en goteo a través del Latin American and Caribbean Fund que preside: ha patrocinado exposiciones como la de Roberto Burle-Marx (1991), una colectiva sobre el arte de la región (1993), Armando Reverón (2007) o Torres-García (2015).Orgullo latino
¿Por qué hace y anuncia ahora esta donación? Se puede suponer alguna intención política en este gesto de "orgullo latino", en una campaña electoral donde se ha debatido mucho sobre inmigración (y Cisneros es enemigo no tanto ideológico como empresarial de Trump). Pero tiene más que ver con la batalla abierta entre los grandes museos de Nueva York por el público y por los benefactores. Lowry, buen gestor pero muy contestado en el mundo artístico, está en horas bajas. Cuando Leonard Lauder donó al Metropolitan su magnífica colección de ¡82! obras cubistas, el MoMA, su destino natural, sufrió un desprecio público de primera.Lowry cuenta con la violenta oposición de autoridades como Robert Storr o John Richardson. La ampliación en marcha ha conllevado la destrucción del Museum of Folk Art, algo que ha puesto en pie de guerra a muchos que ya estaban descontentos con la marcha del MoMA. Hasta figuras referenciales como Agnes Gund dejan ver su preocupación desde dentro del patronato, que Lowry ha llenado de coleccionistas millonarios. Pero Patricia Phelps está con él, y esta donación va dirigida también a sostenerle. ¿Les vieron juntos por ARCO, este año?
La batalla se traslada ahora al terreno del arte contemporáneo. El MoMA quiere rejuvenecerse: el P.S.1 no es suficiente y Lowry, dicen, ha dado al director de este satélite en Long Island, Klaus Biesenbach, poderes extraordinarios en la sede de Manhattan. Con él, son habituales las muestras provocadoras de artistas (o músicos: Björk, Kraftwerk) actuales, como la que ahora puede verse de Kai Althoff, y hace dos años se montó en el museo la primera colectiva de pintura reciente en varias décadas, The Forever Now. La donación de Lauder al Met ha tenido implicaciones más allá de la colección. Él también es benefactor del Whitney Museum y cuando se decidió trasladarlo a Chelsea, donde ahora está, obligó al Met (a cambio de las obras cubistas) a alquilar el antiguo edificio del Whitney en Madison Avenue, donde se ha inaugurado hace poco el Met Breuer. Éste, junto a la planeada remodelación de las salas de arte del siglo XX en el viejo Metropolitan de Central Park, ha dado un giro radical hacia la contemporaneidad del gran museo enciclopédico. Se acerca el 150 aniversario del Met (2020) y será sonado.
Cambiar la historia
Las donaciones de Lauder y Phelps no son comparables, pero comparten algunos rasgos. El Met creó, tras la donación, el Leonard A. Lauder Research Center for Modern Art, emulado por el Instituto de Investigación que financian los Cisneros. Por otra parte, estas acciones son no sólo demostraciones de poder en el ámbito cultural (Phelps confiesa su ambición de "cambiar la historia del arte") sino que reflejan la influencia de los museos sobre las personalidades con mayor determinación y capacidad económica. Y, por qué no mencionarlo, tienen también ecos sociales y políticos: los hermanos Lauder, Leonard y Ronald (éste, con su magnífica Neuegalerie) promueven la identidad judía y germana, mientras que los Cisneros son los campeones de la latinoamericana.No creo que ninguna institución haya tratado tan bien la CPPC como el Museo Reina Sofía que, recordemos, exhibe ahora una exposición que viene del MoMA, la de Marcel Broodthaers. No sólo la mostró con mimo en la exposición temporal La invención concreta (2013) sino que ha dado un espacio privilegiado en la colección permanente al depósito de 34 obras que ella hizo ese mismo año (dos de las cuales se irán a Nueva York). Cosa que el MoMA nunca ha hecho. En este momento, es imposible para el visitante del museo neoyorkino constatar su apuesta por lo latinoamericano: conté unas seis obras en total de esta procedencia en sus salas. El Reina Sofía ha sentado a Phelps en el patronato de su Fundación, casi gratis. Pero, atención, porque ella dejó caer que habrá donación.
@ElenaVozmediano