Image: De Stijl, una historia a todo color

Image: De Stijl, una historia a todo color

Arte internacional

De Stijl, una historia a todo color

2 junio, 2017 02:00

Vista de sala con modelos de aviones de Gerrit Rietveld (c. 1957). Fotografía: Mike Bink

Estamos tan acostumbrados a los colores primarios: amarillo, rojo, azul, netos y brillantes en nuestra vida cotidiana, que apenas nos damos cuenta de hasta qué punto su presencia define la ruptura definitiva con el Antiguo Régimen y expresa la contemporaneidad. Antes, la vida y su representación pictórica estaba teñida de una amalgama de cadmio y veladuras. La luz eléctrica y las nuevas teorías de la visión aclararon la representación pictórica en el impresionismo, y con el puntillismo las notas de color comenzaron a independizarse. Pero ni siquiera los fauves ni los dictados de La espiritualidad en el arte de Kandinsky llegaron a la radicalidad exultante del grupo De Stijl, cuyas polémicas sobre las teorías del color en la pintura, y su eventual aplicación a la vida cotidiana para alcanzar una utopía de equilibrio y armonía social, comenzaron a publicarse en la revista homónima hace cien años. Lo demuestra la retrospectiva The Colours of De Stijl en la Kunsthal KAdE de Amersfoort, que analiza el movimiento y su influencia en el arte hasta nuestros días. Sin duda, su aportación es un eslabón imprescindible y, de hecho, esta imponente exposición, abierta hasta el 3 de septiembre, podría haberse extendido en múltiples ramificaciones. Ahora bien, en la pieza incluida en esta muestra del holandés Roy Villevoye, que a principios de los noventa introdujo los colores primarios entre la tribu Asmat en la jungla de Papúa Nueva Guinea, también se constata la artificialidad de su traslación al cian, magenta y amarillo utilizados en la reproducción gráfica. Y al cabo, que tanto la concepción como la existencia tangible de los colores primarios es un invento occidental. De manera que, ahora sí, podemos considerar la complejidad a la que se enfrentó este grupo de artistas, integrado por los holandeses Piet Mondrian, Theo Van Doesburg, Bart van der Leck y Gerrit Rietveld, el belga George Vantongerloo, más el húngaro Vilmos Huszár, empeñados en hacer del color un elemento autónomo en el arte, la arquitectura y el diseño. Polemizaron sobre viejas teorías del color, como la del físico inglés Isaac Newton, que en su Óptica (1704) había establecido que los colores primarios (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta) eran resultado de la refracción de la luz, como podemos comprobar interceptando un prisma translúcido, a semejanza del arcoíris producido en el "plano" de la lluvia; y la del alemán Goethe, que en su Farbenlehre (1810) había partido de la bipolaridad luz/oscuridad para proponer curiosos experimentos empíricos de percepción visual, de los que se deducía que amarillo y azul derivaban en rojo dependiendo del grado de oscuridad, y que los colores complementarios producían armonía. Pero la aportación definitiva vino de parte de un contemporáneo, el químico lituano F. W. Ostwald, que dedicó su vida a la estandarización del color: estableció veinticuatro colores numerados en un sistema matemático de porcentajes de blanco y negro para su producción industrial. En 1920 publicó un artículo en De Stijl. Otras polémicas en el grupo fueron si el blanco y negro podían usarse junto a los colores primarios; si admitían los colores secundarios; si tres, cuatro o doce colores eran aceptables; y si los colores debían aplicarse solo a la superficie pictórica, o también a estructuras arquitectónicas.

Theo Van Doesburg: El Gran Salón de la Aubette en Estrasburgo (reconstrucción). Fotografía: Peter Cox

Debates cuyas soluciones por parte de sus protagonistas se hacen patentes en la primera parte de la exposición, con una pareja de sobrias composiciones de Mondrian, cuadros con colores secundarios de Bart van der Leck y George Vantongerloo, y la elección del gris junto a los colores primarios de Huszár, siguiendo la concepción de la armonía según Ostwald. Mención aparte merece la reconstrucción a escala del proyecto de una sala de fiestas de Theo Van Doesburg para el Aubette, un gran centro de entretenimiento en Estrasburgo que, al parecer, resultó demasiado moderno para el público. Y sobre todo, la recreación de los diseños del arquitecto Rietveld para el interior de los aviones DC7, DC8 y Lockheed Electra de la compañía KLM en los años cincuenta, con la intención de crear una atmósfera agradable para los pasajeros. Por supuesto, también se encuentra aquí -y es emocionante por la manufactura- su pequeña Silla roja y azul, 1918, que sintetiza y ha popularizado en tres dimensiones la estética De Stijl. Pero, además, esta exposición sitúa las principales derivaciones a partir del movimiento holandés, con obras espléndidas. Partiendo de la exportación del primado del color que llevaría a cabo Josef Albers desde la Bauhaus a Estados Unidos con su enseñanza en el Black Mountain College, se muestra una brillante travesía desde el expresionismo abstracto al concretismo, con telas monumentales, como la tercera de la serie Who's Afraid of Red, Yellow and Blue, 1967, de Barnett Newman junto a un tríptico coetáneo de Jasper Johns, que traslada la pintura al "hecho". El elenco en este capítulo es importante, con piezas muy destacadas del azul YKB de Yves Klein, blancas de Piero Manzoni y Robert Ryman, y negras de Ad Reinhardt, Richard Serra y Josef Kosuth. En cambio, la sección más contemporánea de la exposición se decanta por artistas holandeses, a excepción de Olafur Eliasson. Pero esta celebración ofrece mucho más en otras sedes. En la propia Amersfoort, donde nació Mondrian y pasó los primeros ocho años de su vida, la Mondriaanhuisse se ha renovado completamente para mostrar los estudios del pintor en París y en Nueva York. Y siguiendo la mitomanía, merece acercarse a la nueva Villa Mondrian en Winterswijk, para explorar los inicios del pintor en la figuración naturalista y simbolista antes de la abstracción, tras su estancia en París: una buena síntesis de su trayectoria puede hallarse en el maravilloso Kröller-Müller Museum, en el centro de un parque natural repleto de esculturas del siglo XX. La exposición magna El descubrimiento de Mondrian, que se inaugura el 3 de junio en el Gementemuseum de La Haya, promete ser la mayor muestra del fundador del neoplasticismo hasta la fecha, con más de trescientas obras y objetos personales. @_rociodelavilla