Estos días estamos encontrando en internet una tabla de salvación que nos está permitiendo seguir con algunas actividades culturales desde nuestras casas. Ya sabemos que los museos, galerías e instituciones están cerradas y que las ferias internacionales se están aplazando. Es el caso de Tefaf, que cerró sus puertas días antes de lo previsto por un caso positivo en coronavirus, o Art Cologne, pospuesta hasta otoño. Sin embargo, Art Basel Hong Kong, tras su cancelación en formato físico, debuta con Online Viewing Rooms, una iniciativa que cuenta con 233 galerías exponiendo de manera virtual. Entre los espacios a visitar nos encontramos con dos galerías españolas: Sabrina Amrani y Mayoral, con quienes hablamos para conocer los detalles de esta propuesta que permite mantener el dinamismo en un gremio en crisis por esta pandemia global.
“La dirección canceló el evento físico cuando estaban viviendo la epidemia y entendieron que la gente no iba a viajar. Por la fórmula de contrato que tienen si cancelan la feria las galerías tenemos que pagar un 25 % del stand. Creo que querían compensarnos de alguna manera y ya tenían en mente crear unas salas virtuales que tienen intención de monetizar”, explica Jal Hamad, cofundador de la galería Sabrina Amrani. En esta ocasión, Art Basel ha ofrecido ese espacio digital de manera gratuita posibilitando la presentación de artistas y obras. De la lista original de galerías tan solo se han caído una decena, el resto ha acogido con entusiasmo el reto de presentar un proyecto curatorial “con la ventaja adicional de no estar limitado por las dimensiones de un cubo blanco tradicional. Desde pinturas de primera calidad hasta esculturas al aire libre, las obras de arte que se ofrecen son del más alto calibre”, considera la dirección de la feria.
“La clave es mantener el dinamismo, nos propusieron esto para generar actividad, para no quedarnos parados. El arte es una disciplina que ayuda a la creatividad, al pensamiento. Esta propuesta tiene dos patas: una humanista y filosófica porque el arte cultiva y genera ideas y la otra es económica, para que encontremos un lugar en el que seguir con nuestra actividad”, apunta Jordi Mayoral. A pesar de que no se pueden compartir conversaciones y relaciones cercanas (esas que tanto nos gustan y tanto echamos de menos ahora) “es una buena manera de seguir conectados con coleccionistas, comisarios, artistas y directores de museos”, añade. Para mantener el formato de una feria tradicional la dirección ha limitado a un máximo de diez obras expuestas en cada espacio virtual con la posibilidad de “descolgar” las obras que se hayan vendido y sustituirlas por otras.
Coexistencia
Ambos galeristas coinciden en que el formato virtual coexistirá en un futuro con la feria física al uso. “Es un modelo que puede convivir, no será sustitutivo sino un complemento. Ahora no hay otra manera pero el mundo va en la línea digital y seguro que no acabará aquí porque trabajamos ya mucho con el correo electrónico y el teléfono, esto ayuda a la globalización”, opina Mayoral. Algo que Hamad secunda: “creo que en el futuro lo desarrollarán como algo paralelo”. Como algunas salas que habilitan y alquilan por horas (con precios de hasta 1.500 dólares por hora) para exhibir otras piezas de forma exclusiva.
De momento, parece una iniciativa que permite hacer accesible la feria a un público más amplio: a quienes no pueden trasladarse, en este caso, a Hong Kong, ya sea por tiempo, trabajo o economía. Es una manera de dar la oportunidad de conocer el arte que se hace en todo el globo a quienes no viven en los núcleos céntricos en los que pasan las cosas. Y también de poder contactar con nuevos coleccionistas: “hemos recibido emails de coleccionistas asiáticos que no conocíamos y hemos reconectado con otros. Es una manera de contactar con gente nueva y creo que es positivo para el comprador recibir ideas, obras y propuestas que pueden motivar”, cree Mayoral.
Sin embargo, el formato que se ha usado para poner en marcha este encuentro es de complicada navegación y no permite la conversación pero seguro que, una vez analicen el impacto que ha tenido, mejorarán algunos aspectos. A pesar de las posibilidades que ofrece una visita virtual siguen siendo muchas las galerías que visitar: “al igual que en una feria no ves todas las obras en el entorno online tienes que hacer 250 clics, con lo que no es tan fácil el descubrimiento. En una feria hay coleccionistas más pasivos y otros más proactivos. En una visita física te dejas llevar y puedes descubrir novedades, en una virtual tienes que tomar decisiones constantemente y es más difícil”, apunta Hamad.
Sus stands virtuales
Jordi Mayoral ha apostado, como tenía previsto originalmente, por un proyecto de Fernando Zóbel, artista que nació en Manila, estuvo en contacto con la abstracción americana y fundó el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Y aunque aún no han cerrado ventas sí han recibido el interés de coleccionistas internacionales. Algo que también están viviendo en la galería Sabrina Amrani que expone una selección de nombres que estaban en el circuito como Joël Andrianomearisoa, Alexandra Karakashian o Waqas Khan, a la vez que han apostado por tres artistas emergentes para darles una visibilidad que, quizá, en otra ocasión no hubieran tenido. Sin embargo, en esta visita virtual, se lamenta Hamad, se pierde la posibilidad de acercarse a observar los detalles de las obras que presentan, una de las características de las piezas de su galería.
No obstante, están recibiendo visitas y el interés de los compradores de modo que, coinciden los dos, en que es una manera de mantenerse activos. “La alternativa era quedarse de brazos cruzados y es un error. Tenemos que aprovechar esto para fortalecer caminos menos transitados. Intentamos que sea un canal que contribuya a difundir nuestras iniciativas”, concluye Mayoral. Estaremos atentos.