El poliédrico artista Dan Graham, cuyo trabajo ha sido relacionado con el arte minimal y conceptual, considerado uno de los grandes creadores estadounidenses del último siglo, ha fallecido a los 79 años en Nueva York. Su obra se articulaba en multitud de formatos y soportes, entre los que coexisten la instalación, el video, la música, el dibujo, la performance, el cine, la fotografía, las revistas y, sobre todo, la arquitectura. También escritor, escultor, crítico de arte, de música y arquitectura, su obra reflexiona sobre la capacidad comunicativa y la percepción individual y colectiva del arte.
Nacido en Urbana (Illinois) en 1942, creció en Nueva Jersey y se formó de manera autodidacta tras acabar el instituto, leyendo a Margaret Mead, Claude Lévi-Strauss, la literatura crítica de Leslie Fiedler y a los franceses de la Nouveau Roman. Inició su carrera artística en 1964, a los 22 años, cuando fundó la galería John Daniels en Nueva York, donde exhibió trabajos de Carl André, Sol LeWitt, Donald Judd, Robert Smithson y Dan Flavin. Un año más tarde, empezó a crear sus propias piezas conceptuales, fotografías y secuencias numerológicas, principalmente impresas en revistas, como Figurative (1965) y Schema (1966).
Después de esto, Graham amplió su desarrollo práctico conceptual con performance, cine, video y escultura, incluyendo el documental Rock My Religion (1984), en el que analizaba la relación entre la religión y una de sus grandes pasiones: la música rock. Su trabajo estuvo muy influido por el cambio social del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, la guerra de Vietnam, el movimiento de liberación femenina y otros cambios culturales.
Gran parte de su producción se centra en la reflexión sobre las estructuras perceptivas y filosóficas puestas en juego por los espectadores al observar sus obras, por lo que su trabajo también ha sido clasificado dentro de la línea de lo que se ha denominado Behavior Art o arte del comportamiento. Uno de los materiales con los que trabajó frecuentemente fue el cristal-espejo, reflectante por una cara y transparente por la otra. Este elemento dio lugar a una de las estructuras más reconocibles del estilo de este artista, los Pabellones, en los que comienza a trabajar a partir de 1978. Estos espacios, creados para ser expuestos en el exterior, funcionan a la vez como esculturas y como recintos arquitectónicos que admiten eventualmente diversos usos, como refugio, invernadero o sala de juegos infantiles.
Uno de estos pabellones, Dhaka Pavilion (2008), está instalado en el Jardín Sabatini del Centro de Arte Reina Sofía, que permite a los visitantes observarse a través de sus reflejos como objeto y sujeto a un mismo tiempo y profundizando en las nociones cambiantes de interior y exterior, urbano y natural, individual y colectivo. Otra de estas obras, Triangular Pavilion, se encuentra expuesta en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo.