Isidro Blasco, ¡Cuidado con el perro!
Thinking about that place, 2004
En esta ocasión, el "perro" al que nos referimos y del que hay que precaverse (el cave canem romano), es el exceso, la propensión a pasar más allá de la medida, más allá de la conveniencia plástica y de los límites de la proporción. Efectivamente, en esta instalación de fotografía, imágenes en movimiento, ensamblaje escultórico y espacios arquitectónicos que Isidro Blasco presenta en el Espacio Uno del Reina Sofía, resultan excesivas la labor de recorte y facetación de las imágenes, la obra de carpintería del ensamblaje, así como la complejidad enmarañada de que se ha dotado al sistema de solapar y combinar elementos. Sin embargo, al mismo tiempo, en esta misma entradilla, hay que insistir en el interés indudable (de conceptos, de imágenes y de proyecciones en el espacio) que implica la práctica escultórica de Isidro Blasco (Madrid, 1962), artista reflexivo que tiene un mundo y un lenguaje propios, sólo suyos, y cuya presencia cada día se hace más frecuente en el difícil circuito internacional.Curiosamente, el hecho de excederse ha provocado aquí una especie de acortamiento en las dimensiones conceptual y física -o de realización "definitiva"- de la obra. En otros términos: en muchas ocasiones la propia naturaleza del trabajo de Isidro Blasco (que viene a consistir en una peculiar deconstrucción, reconstrucción y sensibilización creativa de espacios domésticos, de ámbitos arquitectónicos y urbanos, así como de experiencias personales que el artista ha vivido en ellos) hace que sus obras adopten el formato de maqueta, es decir, de boceto previo o de modelo plástico en tamaño reducido de una construcción mucho mayor. Pues bien, en esta circunstancia, llegada la ocasión importante de que la maqueta se desarrolle en escenario, en ámbito de arquitectura o en instalación, comprobamos que se produce un resultado sorprendente, paradójico: constatamos que la obra "definitiva" sigue resultando ser otra maqueta gigante de un proyecto "a realizar". ¿Se trata de un efecto reductor o "de encadenamiento" buscado? Parece ser que no, sino que la sobreabundancia en elementos materiales y en recursos plásticos, y la sobreactuación en los tratamientos han conducido el proceso a una situación imprevista. ¡Otra vez será!
De lo que no cabe duda es de que el proyecto de Blasco tiene el atractivo poco frecuente de entender y plantear la práctica del arte como una singular y creativa ordenación de las experiencias humanas para tratar de explicarlas desde la memoria, desarrollarlas desde la dialéctica y trascenderlas.