Equipo 57, solos ante el caos
Equipo 57: retrospectiva
3 enero, 2008 01:00Sin Título, 1959
Medio siglo después de su fundación y de su concentrado desarrollo -entre 1957 y 1962-, la obra colectiva del Equipo 57 sigue vigente, interesa, está viva. La exposición de este cincuenta aniversario resulta tan clara y bien compuesta como aleccionadora. La visita reafirma al espectador en la relevancia que el espacio (como elemento plástico de presencia real y de escala, mucho más que como concepto) ha tenido en la determinación de la modernidad artística. Resulta formidable la sensación física de espacialidad, lugar y tiempo actuales que provocan estas pinturas, esculturas, dibujos, maquetas arquitectónicas y diseño de muebles. Es la sensación de que son obras que están en el mismo lugar y momento en que estamos nosotros, hic et nunc -aquí y ahora-, solos ante el caos, pero reafirmando el ideal de que "el Hombre es Presente" -como decía Barnett Newman-, buscando una base conjunta del arte y de la sociedad.Este pequeño grupo interdisciplinar, integrado por ángel Duarte (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1930-Sion, Suiza, 2007), Agustín Ibarrola (Bilbao, 1930) y los cordobeses Juan Serrano (1929), José Duarte (1928) y Juan Cuenca (1934), desconfió desde sus comienzos de la retórica gestual que regía entonces las obras de los expresionismos abstractos, y adoptó posiciones dentro de la poética geométrica, interesándose en realizar unos proyectos centrados en el análisis científico del espacio y de su percepción sensorial. Reunidos por la amistad, por los intereses plásticos (el constructivismo) e ideológicos (el socialismo) que compartían, y por el trabajo del que, al principio, sobrevivían en París (la pintura de brocha gorda), y estimulados por Jorge Oteiza, en junio de 1957 expusieron por primera vez en el Café Rond Point, donde descubrió sus propuestas la marchante Denise René, cuya galería parisién postulaba el arte concreto de Max Bill, así como el cinetismo de Vasarély, Rafael Soto, Agam, Pol Bury y Tinguely. El entusiasmo de Denise René por las propuestas del Equipo 57 hizo que, sólo unas semanas más tarde, les dedicara una nueva exposición en París, y que los proyectara seguidamente -y lo ha continuado haciendo hasta hoy- en el circuito europeo de la abstracción geométrica.
Aquel mismo año los componentes del grupo vuelven a España y celebran su primera muestra en la Sala Negra de Madrid. En su manifiesto inaugural el Equipo 57 hizo una proclama que mantiene vigencia: "Cuando en nombre de una libertad en las artes plásticas, de un arte nuevo, se nos presenta un panorama deformado, equívoco, impuesto por circunstancias comerciales, políticas, religiosas, que han relegado al intelectual y al artista fuera de la vida, nosotros nos rebelamos con la historia entera, con los días calientes todavía de las últimas revoluciones plásticas, contra las maniobras monopolizadoras de los marchands y de las galerías de arte, y contra los organismos oficiales destinados a la instrucción pública". Todo ello, desde el entendimiento de que "el arte es un medio para conocer la realidad" y para transformarla. Si denuncian que "las llamadas obras de arte, de fuerte cotización, son más el producto de intereses comerciales que la respuesta a una necesidad de la sociedad", será para defender que su trabajo "utiliza la plástica, el cuadro, la escultura, como un medio de investigación que tiene por finalidad llegar a soluciones prácticas aplicables a los objetos de uso diario, a la urbanización".
La investigación del Equipo 57 se fijó y se desarrolló sobre un elemento central: la interactividad o interpretación plástica de la continuidad dinámica del espacio, planteándosela a tres niveles: el de la expresión pictórica, basada en el espacio-color y en los espacios angulares; el de la expresión escultórica, fundamentada sobre el espacio-masa y sobre el espacio-aire; y el de la expresión arquitectónica, en la cual el espacio-habitable-constructivo, que es continuo y unitario, resulta ser y funcionar como clave. Esta concepción -artística y científica- y esta REALIDAD -en mayúsculas, como ellos la escriben- de la interactividad vertebran también el conjunto de esta exposición, cuyo proceso se ha ordenado en secuencia cronológica, dedicando una sala a cada uno de los seis años en que se desarrolló el trabajo del equipo. En esa secuencia se advierten cuatro etapas formales diferenciadas. La inicial (1957-1958), en que cada artista firma todavía individualmente sus trabajos, coincidiendo la pintura de todos ellos en el uso de espacios geométricos de colores planos y en la utilización de líneas que los atraviesan y separan. En 1959 se produjo un periodo de transición, caracterizado por el abandono progresivo de las líneas rectas y por la aparición de los planos curvos, imponiéndose el concepto de masa y las volumetrías tridimensionales. En 1960 se evidenciaba el inicio de una tercera etapa, en que, en la pintura, las formas disminuyen más y más, y los colores se disponen serialmente, mientras se desarrolla un momento exitoso de diseños de mobiliario y de maquetas arquitectónicas. Y finalmente, hacia 1961 comenzó la crisis formal que, al aproximar la poética del grupo a los dominios del arte óptico y cinético, provocó el principio del fin de su experiencia colectiva, uno de los fundamentos de la historia de nuestra plástica.