Dreamcatcher, 2010
La artista valenciana acerca a Madrid parte de su última y delicada serie, Flying Letters, que ya presentó en Murcia.
Por otra parte, este mundo creativo de Del Rivero se desarrolla en dibujos exquisitos, complejos y magníficos, de formato grande y mediano, realizados sobre papel de abacá, esa planta de Oceanía cuyo filamento da a las hojas sugestiones visuales y táctiles como de piel humana. Son dibujos minuciosos, donde las líneas claras del grafito y de la tinta se alternan con sombreados y manchas "sucias" de carboncillo. Estamos ante unas obras de diseño asombroso, en las que las líneas y entrecruzados de los cosidos que realiza Del Rivero representan las formas y componen las estructuras con la misma propiedad que el dibujo a lápiz o a plumilla. Estos dibujos incluyen abundantes elementos gráficos sueltos y textos mecanografiados, utilizando estilográficas, letraset y máquinas de escribir en rectas y en cursivas, en caracteres de nuestro abecedario y en otros muy distintos, como los del alefato hebreo. Estas obras sobre papel se sitúan en un dominio propio y "a parte", fronterizo entre los géneros del dibujo, el collage, la pintura, el libro de artista y la poesía visual, incluyendo alguna incursión (mediante el uso de sobres y marcas de correos) en los terrenos del arte postal. El título mismo de la serie en la que trabaja ahora del Rivero, Flying Letters -"cartas voladoras"-, cuyas últimas piezas se presentan en esta exposición (la quinta monográfica que le dedica la galería Elvira González), testifica el interés de la artista por las potencialidades plásticas del citado y minoritario arte postal.
Poética radical
Constituyendo un universo maravilloso en sí mismo, es decir, por sus personalizadas calidades materiales, técnicas y de lenguaje (el cual, tras superar sus anteriores configuraciones geométricas y estructuras en cuadrícula, se produce ahora entre criterios del arte de concepto y maneras del arte-naturaleza), creo, sin embargo, que la causa principal de esta singularidad tan acusada que caracteriza al arte de Elena del Rivero se desprende del modo radical en que se desarrollan su progresiva vocación poética y su fe inquebrantable en el símbolo. En efecto, la pintura de Del Rivero es "poética" en el profundo sentido platónico del término: consiste, pues, en una mímesis creativa de formas del mundo capacitada para participar en lo "verdaderamente real", en el mundo de las ideas, constituyéndose así en una suerte de "sabiduría representativa" y logrando que el artista se acepte como poeta: "un ser con alas", inspirado por lo divino.
En cuanto a la valoración que la artista hace del símbolo, importa destacar cómo ella aprecia y utiliza los símbolos no sólo desde los puntos de vista sugestivo (el propio de las formas) y expresivo (el de las palabras), sino que también carga sus trabajos con implicaciones psicológicas o conductivas (como las implícitas en los materiales y procedimientos de "labores de la mujer" a los que suele recurrir). De esta manera la obra actual de Elena del Rivero resulta irresistible, porque transporta al espectador a "sitios" y a sueños a los que nunca ha ido, y porque le hace preguntas radicales sobre la vida y sobre el propio arte.