Vista de la exposición en la galería Heinrich Ehrhardt de Madrid. Fotografía: Luis Asin

Comisario: Pablo Flórez. Galería Heinrich Ehrhardt. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 14 de mayo. De 1.200 a 5.000 euros.

Jugada a 3 bandas es un proyecto curatorial que quiere poner sobre la mesa las relaciones, cada vez más frecuentes, entre tres agentes centrales en el sistema del arte: comisarios, galerías y artistas. Es un asunto a estudiar, sí, aunque las 14 galerías que aquí participan lo hagan con distinta suerte. La mayoría no aporta mucho más que señalar una contingencia memorable: hay comisarios que hacen exposiciones en galerías. Pero hay otras que revelan cuestiones interesantes. Una es que no hace falta irse muy lejos a buscar un comisario que te monte un proyecto, pues las galerías ya suelen contar en sus equipos con profesionales que lo hacen con solvencia, algo que antes no ocurría, lo que dice mucho en favor de las galerías. La otra, que una buena exposición no es siempre la más compleja, que para atar una buen muestra colectiva no hace falta enredarse en discursos farragosos y afectados.



La de Pablo Flórez, en la galería Heinrich Ehrhardt, es la mejor exposición de Jugada a 3 bandas. El joven comisario, que trabaja en la galería, ha seleccionado a dos artistas, Mauro Cerqueira y Julia Spínola, él portugués y ella madrileña, dueños de sensibilidades no necesariamente próximas pero que deparan sorprendentes analogías. De ahí la estridencia del título, Oreja Naufragio, dos términos que nada tienen que ver. Es éste un buen ejemplo de lo fácil que parecen las cosas cuando se hacen bien, algo que es, como sabemos, harto difícil. El resultado es, me decía un amigo, "un lugar del que no te quieres ir". Tenía razón.



Los trabajos que muestra Julia Spínola se encuentran en una esfera similar a los que presentó recientemente en ARCO, collages de pequeño formato que subrayan una vocación decididamente táctil. Hay en ellos una dimensión telúrica, un tratamiento del papel que se aborda desde procedimientos más cercanos a lo escultórico que a lo pictórico. Hay pequeñas grietas, zonas agrestes con texturas rugosas, desniveles más o menos acusados... Y hay un extraordinario equilibrio en cada composición, resuelta con la precisión que otorga el quehacer silencioso y concentrado.



Más objetual, escultórica de verdad, es la propuesta excelente de Cerqueira, que comparte con la de Julia el sugerente juego de ritmos, la corporeidad que propicia la yuxtaposición, en su caso cercano a ensamblajes más ambiciosos. Su trabajo disecciona el objeto encontrado y lo sitúa en el centro de un torbellino de referencias a Robert Morris, obvia y formal, a Fischli & Weiss y sus equilibrios imposibles, a Erwin Wurm y su aproximación socarrona y lúdica, al rigor luminoso de Dan Flavin… No conviene perder de vista a este portugués. Tal vez no tarde en volver por aquí.