Democracia: Ser y durar, 2011
Video(S)torias, que hace hincapié en la última década y en la que participan más de 70 artistas, propone cuatro recorridos alternativos, interconectados y abiertos. Una nueva revisión del videoarte español de la mano del Artium de Vitoria.
En realidad, el verdadero hilo conductor sería un sutil vínculo intergeneracional entre los artistas que se han elegido, que establece una base histórica en la lectura de conjunto declinada en esos ámbitos temáticos que, como reconocen las comisarias, podrían muy bien ser sustituidos por otros con la misma validez. Ese desglose de carácter lúdico, no obstante, puede verse como una estrategia necesaria para abordar la enorme densidad del material recopilado para la muestra que se reconoce inabarcable. Los 77 artistas con sus respectivas obras recuperadas para esta exposición proporcionan una ingente cantidad de material cuya duración hace poco probable una visita exhaustiva. Frente a opciones como la que ensayaran los comisarios de Monocanal (Museo Reina Sofía, 2003), precisamente orientadas a la exhibición completa de las obras mediante ciclos de proyecciones, Video(S)torias retorna sólo en apariencia al formato expositivo tradicional con sus también tradicionales dificultades ergonómicas, esto es, escasos asientos o contaminaciones acústicas de unos vídeos sobre otros. Con todo, el montaje eficazmente diseñado sobre esa premisa "contaminada" despliega monitores de diversos tamaños, proyecciones y pantallas encastradas en el pladur que consiguen un efecto unánime sobre el espectador y elude intencionadamente la obligatoriedad de un visionado completo. En su lugar, la sugerencia de un recorrido basado en intereses subjetivos consigue desmitificar la solemnidad del vídeo como obra de arte para favorecer un ensayo de conjunto.
Entre la selección pueden encontrarse verdaderas curiosidades que aportan a la exposición el valor de recuperar algunos trabajos fundacionales, como es el caso de Primera muerte, de Àngel Jové, Antoni Llena, Silvia Gubern y Jordi Galí, una obra de 1970 definitivamente pionera en el campo de la videocreación en España. No faltan clásicos de Eugeni Bonet, Francesc Torres o Muntadas, acompañados de obras de artistas más jóvenes como María Ruido, Cristina Lucas o Ester Partegas, hasta llegar a trabajos muy recientes que acotan un ciclo histórico. En general, la selección trasluce una aguda intencionalidad que ofrece flancos desconocidos de algunos artistas y obras extrañas junto a hitos ineludibles. En este aspecto se combina la rareza erudita para los expertos, con la aproximación casi pedagógica que se acoge a esa distribución autogestionada.
Tanto la disposición del montaje como la apuesta por itinerarios individuales que descartan de modo intuitivo una buena parte de la información disponible, nos hablan en realidad de una de las condiciones específicas del vídeo. En el despliegue sobre el espacio, un problema clásico que emana del propio soporte, asistimos antes a un archivo de la videocreación en España que a una exposición convencional. En ello es determinante, no sólo la conciencia de una historia plural del vídeo, sino también la propia riqueza de significados de cada obra como documento. Al modular el acceso a la información en varios niveles se potencia esa condición de archivo audiovisual en la que la exposición resulta una excelente oportunidad de repensar el medio.
En definitiva, una muestra que vale la pena conocer y una estimulante revisión de una historia que no sólo debe ser contada de nuevo, sino que puede hacerse de manera escindida y paralela, como las arterias subterráneas del metro.