Paradis immobilier, 2011

Galería Juana de Aizpuru. Barquillo 44, 1°. Madrid. Hasta el 10 de diciembre. De 12.000 a 90.000 E.

Es algo que cualquiera puede percibir, pero hasta que Rogelio López Cuenca (Nerja, Málaga, 1959) no nos lo ha señalado no hemos tomado consciencia de la magnitud del fenómeno. Atento siempre a las dinámicas socio-económicas que nos determinan, se ha volcado en la utilización del arte con fines políticos y comerciales. Desde 2008 trabaja junto a Daniel García Andújar en un archivo, El arte de la seducción, que reúne fotografías de prensa y publicitarias mediante las que exploran cuál es la imagen del arte y la figura del artista en la cultura contemporánea.



Hace unos meses presentó en el CAAC de Sevilla un conjunto de proyectos relacionados con la construcción de la identidad andaluza, que incluía la instalación La Alhambra sobrevivió (1995-2001), muy relacionada con esta exposición. Allí recreaba una tienda de souvenirs de La Alhambra y aquí ha traído una similar colección de adefesios para consumo turístico y de carteles, fotografías y noticias de prensa que reflejan la realidad de una ciudad, Málaga, abducida por una marca: Picasso. El título del proyecto, Sobrevivir a Picasso -en alusión al libro de Françoise Gilot que dio pie a una película de James Ivory-, también coincidente con esa instalación anterior, se refiere a la dificultad de la realidad física e histórica para mostrarse, para existir, frente a la tupida mistificación orquestada por intereses económicos e ideológicos.



La principal tensión que López Cuenca detecta en Málaga y, en general, en Andalucía, es la derivada de dos formas de migración que han tenido consecuencias trascendentales en la evolución de esta comunidad autónoma: el turismo y la inmigración, procedente en elevada proporción del Magreb. Tal tensión queda patente en el vídeo que combina imágenes distorsionadas de los noticiarios grabados el día de la inauguración del Museo Picasso con audio en el que se introducen otras noticias de la misma fecha referidas a la inmigración ilegal, que procuró una jornada negra por el número de pateras naufragadas debido al temporal que azotaba las costas. El artista no hace más que poner el acento sobre contradicciones que preferimos ignorar y lo hace con una ironía que nunca cae en la trivialización.



La exposición se estructura en dos secciones: la "tienda" de souvenirs y una serie de cuadros y carteles que ponen en solfa el uso espurio de la figura y la obra de Picasso, con o sin autorización de los herederos del artista, quienes gestionan férreamente sus derechos de autor a través de la Picasso Administration. "For copyright reasons image is not available", puede leerse en dos de los cuadros -frente a otro que reproduce el sello con el que la Administration sanciona los souvenirs "legales"- y en la portada del libro que se ha editado con motivo de la muestra. Este tema de la autorización previo pago del uso de las imágenes y del nombre de Picasso tiene para López Cuenca una particular significación, vinculada a la idea de cobranding o colaboración entre marcas para beneficio económico mutuo. Aquí se trata, en sus palabras, de "la reinvención de Málaga en torno a la figura de Picasso", que supone la picassización de Málaga y la malaguenización de Picasso.



No es sólo trasladar a Málaga el efecto Guggenheim, que tendría como foco generador de riqueza al Museo Picasso: toda la ciudad se ha querido transformar en museo e identificar con Picasso. El fenómeno, como demuestra López Cuenca, ha llegado a ser delirante. Todo es susceptible de ser picassiano y los usos legales del nombre y las obras no son menos alucinantes que los ilegales. Así lo recalca al camuflar entre los souvernirs reales, adquiridos en las tiendas malagueñas, otros que él ha confeccionado. En los carteles y en otro de los vídeos, incide en la asociación de la picassización con la otra gran industria malagueña, paralela a la turística: la de la construcción. La especulación inmobiliaria se ha escudado en la gentrificación del centro a través del Museo Picasso y, por extensión, de toda la ciudad.



La idea que subyace a todo el proyecto es la de la falsificación. La genialidad y la originalidad, valores máximos en el mercado del arte, colisionan con esta gran adulteración que amaña la historia y el presente de una ciudad. Un gran trabajo, minucioso e incisivo, de Rogelio López Cuenca. Quien, por cierto, obtuvo la Beca Pablo Ruiz Picasso en 1991.