Cama, 2007

Patrocina: Fundación Banco Santander. Comisaria: Daniela Zyman. Es Baluard. Plaza Porta de Santa Catalina, 10. Palma de Mallorca. Hasta el 22 de enero.

Decía Arthur Danto que el sentido del humor viene a ser una filosofía, un recurso intelectual que nos permite observar la realidad con ese distanciamiento creativo que provoca una curiosa reasignación de sentido a una determinada situación, liberándonos incluso de sus dictados o consecuencias. En algunos contextos políticos y especialmente en lo que a la creación artística y literaria se refiere, ya se sabe que el humor ha servido para sortear censuras y velar hasta las más acendradas críticas.



Formados en el Instituto Superior de Arte de la Habana y conocidos desde 1994 como Los Carpinteros por su predilección por la madera y la fabricación artesanal, el colectivo integrado actualmente por Dagoberto Rodríguez (Caibarén, 1969) y Marco Castillo (Camagüey, 1971), contó con un tercer miembro, Alexander Arrechea, hasta 2003 en que decidió continuar en solitario. Los Carpinteros, pronto obtuvieron una enorme fortuna crítica con sus "ficciones evasivas", con esas lúcidas vueltas de tuerca a la realidad que abarcan todas las gamas de lo humorístico y fantástico, desde la más sutil ironía hasta lo paradójico y utópico. Activos desde sus tiempos de estudiantes, aunque sus inicios como artistas estuvieron marcados por acciones transgresoras (en Cuba estaba prohibida la compra de madera y la obtenían de forma ilícita) cabe matizar el componente crítico de un trabajo y destacar su imaginativa forma de resistencia cotidiana a esa uniformidad sofocante que todo lo cubre.



La exposición Handwork - Constructing the world integrada por cuatro instalaciones y dieciséis acuarelas procedentes de la Colección Thyssen-Bornemisza Contemporary Art, proporciona una excelente visión de conjunto del quehacer de Los Carpinteros. Iniciado como un "juego de equívocos" a partir del comentario humorístico de la cotidianidad cubana, su trabajo ha ido ampliando su alcance hacia temáticas de mayor calado, haciendo incluso de elementos culturales tan específicos como esos instrumentos musicales derretidos que evocan el tiempo extinto de los cabarets habaneros de los años cincuenta, ejercicios metafóricos con un sentido universal.



Bien establecidos en un territorio limítrofe entre el arte y el diseño, su obra puede considerarse una forma actualizada de realismo mágico, un surrealismo paródico que bebe en las fuentes de los magos de la realidad cotidiana (Dalí o Magritte entre otros) y trastoca y distorsiona la apariencia de las "cosas" -la arquitectura, el mobiliario, los objetos, los materiales- para interpretar en clave poética tanto lo viejo como lo nuevo.



"Borgianos" en el sentido de entender el objeto como Borges entendía el libro -es decir como un fragmento o eslabón de la infinita acumulación visual de enseres, obras y materias que nos rodean-, Los Carpinteros conjugan con una sofisticada y medida elegancia todos sus recursos expresivos, proporcionando al dibujo un importante rol: tanto como parte de su inagotable archivo de ideas o como documento del proceso creativo, como en su calidad de obra autónoma. Y aunque sus instalaciones y sus objetos escultóricos son la parte más reconocida de su obra, son mucho más numerosas sus grandes acuarelas, como las que muestran instrumentos mecánicos y elementos industriales de rasgos anómalos.



Utensilios industriales, como Cama (2007) ese lecho-autopista que materializa la idea de la más común evasión de la realidad, la del sueño; instalaciones elegantemente fabricadas, como ese "brossiano" conjunto de mesas de dibujo iluminadas que es Espejos de agua (2001); objetos, como Portaviones (2005) esa especie de "juguete" que invertido y transformado en una piscina pierde todas sus connotaciones bélicas; construcciones, como Estudio del desastre, nueva versión de sus conocidas "explosiones" donde lo estable -un sólido muro de cemento- salta en pedazos dejando en suspensión numerosos fragmentos que componen un expansivo dibujo en el espacio… todas las obras de Los Carpinteros superan la lógica de la función para abrazar decididamente la del poema-objeto. Una verdadero conjuro contra el aburrimiento.