Rosa Muñoz

La fotógrafa presenta sus últimos trabajos en la Sala Canal de Isabel II de Madrid

Con un lenguaje muy personal y ya reconocible, Rosa Muñoz (Madrid, 1963) lleva en esto de la fotografía veinte años. Dos décadas en las que ha compaginado su trabajo en distintos medios y revistas (desde el dominical de El País hasta El Magazine de El Mundo en la actualidad) con sus obras más personales, complejos montajes fotográficos, escenarios inventados y edificaciones imposibles que ahora muestra en la Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid. Una exposición de Memorias construidas que ha servido a la artista para bucear en sus archivos y rescatar del olvido desde sus primeras fotografías hasta las mejores obras de su última serie, Paisajes del futuro, una reflexión sobre la pérdida y la destrucción. Un recorrido circular por el complejo espacio del antiguo depósito de aguas de la madrileña calle Santa Engracia que, en este caso, facilita el paseo por la carrera de una fotógrafa singular que se reconoce admiradora de artistas internacionales como Gregory Crewdson, Erwin Olaf o Bill Viola y de españoles como Daniel Canogar, Eugenio Ampudia, Ciuco Gutierrez, Dionisio González, Pablo Genovés, Chema Madoz o Javier Riera.



Pregunta.- ¿A qué obedece el título de la exposición, Memorias construidas?

Respuesta.- Desde el principio, el tiempo ha estado muy presente en mi obra. Fotografiar es reflejar fragmentos de la memoria de ese tiempo, conservar y preservar, al menos en parte, aquello que ya es pasado. Del mismo modo, mi trabajo ha estado también muy relacionado con la fotografía como escenificación, como construcción más allá de la representación de la realidad.



P.- Son 40 fotografías y una videoinstalación desde el comienzo de su carrera hasta hoy, ¿qué tal ha resultado el ejercicio de echar la vista atrás?

R.- La selección ha sido fruto de un arduo trabajo de meses de intenso estudio de todo mi material junto al comisario, Francisco Carpio. Echar la vista atrás ha supuesto un ejercicio de nostalgia y de revisión de las bases formales y conceptuales de mi trabajo, lo cual siempre resulta productivo.



P.- En la exposición, creo que la fotografía más antigua es una de 1992, Habitación con vistas. Una foto surrealista de una habitación montada con todo detalle en medio de un bosque. ¿Qué le llevó a este tipo de fotografía?

R.- La serie de Las Casas fue mi primera incursión en la fotografía escenificada de la que ya no he vuelto a salir. Esa foto es la primera de toda la serie y, por tanto, de mi trabajo personal. Quería plantear una reconstrucción ficticia (con un toque de nostalgia poética) de las viviendas de la España de los 60-70. En toda la serie se adivina un homenaje visual a la decoración de aquella época en casas humildes, pero los escenarios fueron recreados con una iluminación creativa y muy colorista que aportaba una nota surrealista y fantástica.



P.- Unas escenografías que se han ido haciendo cada vez más complejas.

R.- Mis primeras escenografías eran reales, ciertas, físicas. Se realizaban in situ con un ejercicio de producción considerable. Se necesitaban varios días para montar esos escenarios a la manera de un set cinematográfico. Conseguía llevar a la realidad lo que imaginaba mentalmente. Era un esfuerzo intenso. Lo importante es que eran realidades que existieron sólo para ser fotografiadas, a diferencia de lo que ocurre habitualmente con la fotografía que secciona la realidad ya existente. Yo construyo una realidad muy concreta y fantástica sólo para mi cámara. Con la llegada de la fotografía digital, la posibilidad de exacerbar mis escenas ha sido un recurso que no he dudado en incorporar y que ha supuesto un incremento considerable de narratividad y de resultados formales y conceptuales.



P.- Las imágenes de la nueva serie, Paisajes del futuro, están compuestas cada una de ellas por otras muchas fotografías, ¿dónde están tomadas y qué representan?

R.- Cada una de estas imágenes finales de esta nueva serie consta de unos tres o cuatro centenares de fotografías individuales. Parto de Madrid, mi ciudad, pero he realizado capturas en otras ciudades españolas y extranjeras. Son centenares de fotografías que tienen un valor documental de primer orden y suponen un ejercicio de memoria histórica sobre diferentes ciudades y contextos geográficos y culturales. En la mayoría de los casos representan pequeños establecimientos tradicionales y autóctonos que están a punto de desaparecer ante la irrupción de las grandes superficies comerciales derivada de la globalización. Hay una reflexión sobre el tiempo y sobre la pérdida de identidad cultural e histórica que su curso (el del tiempo) conlleva.



P.- En muchas fotografías hay referencias a grandes ciudades asiáticas o indias...

R.- Me interesa señalar que esta pérdida de valores urbanos, sociales y culturales tradicionales y autóctonos se da en todas partes del mundo. Por eso hay referencias gráficas a puntos tan diferentes como Madrid, Delhi, Seúl, La Coruña o un polígono industrial de Fuenlabrada.



P.- Los retratos que aparecen en algunas de ellas suponen una novedad en el tratamiento de la figura humana en su trabajo, ¿a qué responde el traerlos a estos Paisajes del futuro?

R.- He incorporado el elemento humano en mis imágenes para hacer una metáfora sobre el paralelismo que se da en la pérdida de valores sociales, culturales y antropológicos que genera la globalización destructora de lo tradicional y vernáculo y la pérdida de la vida que, por definición, tiene todo ser humano desde que nace. Muerte de estos pequeños establecimientos autóctonos, muerte y desaparición del ser humano también.



P.- En muchas de estas imágenes se vislumbra la fuerza de un tsunami, la nube de polvo tras una voladura, el remolino de un tornado o el hongo de una bomba... ¿Qué significado tienen las catástrofes en estos paisajes?

R.- De nuevo uso los materiales fundamentales primarios (agua, tierra, aire, fuego) porque representan metáforas de ese mundo en destrucción.



P.- Formas muy escultóricas, por otro lado. ¿Cuál es el papel de la escultura, de la tridimensionalidad, en este trabajo?

R.- Me gusta la idea de arqueología industrial (y también futurista o retrofuturista) y ello conlleva la recreación de una serie de imágenes que, desde el punto de vista estético, son muy esculturales. Por ello la presencia de grúas, palés, excavadoras y construcciones arquitectónicas de armonía estética a punto de ser destrozadas por esas maquinarias.



P.- Ya para terminar, ¿cuál es el papel de la fotografía en el arte de hoy?

R.- Es una disciplina que no debe tener ya ningún tipo de complejo con las restantes. Es un medio de creación tan válido como otros y, en mi caso, es el medio en el que yo me muevo con más soltura.



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