Daniel Defoe: Robinson Crusoe, Enc. Industrial s. XX de estilo Art Noveau en tela
Es la primera vez que se muestra una de las mejores colecciones patrimoniales a nivel mundial de una forma completa e integrada. Ésta es la originalidad de esta exposición que desgrana Elena Vozmediano.
Pero, como aquí demuestra Mª Luisa López-Vidriero, directora de la Real Biblioteca, la encuadernación ha sido a lo largo de los siglos un elemento más del "lenguaje áulico destinado a la construcción simbólica de la figura real". De sus funciones en la corte nos hablan los propios libros: obras literarias, sí, pero también religiosas, militares, científicas, musicales conmemorativas, sobre obras públicas, deportivas... Entre los más valiosos tesoros que conserva Patrimonio Nacional figuran las importantísimas bibliotecas de El Escorial, Las Huelgas, Las Descalzas y la Encarnación que, sumadas a la Real Biblioteca de Palacio, conforman un extraordinario conjunto bibliográfico de gran trascendencia histórica, del que proceden los más de 200 ejemplares elegidos.
Los libros impresos en papeles hechos a mano se distribuían en los primeros tiempos sin encuadernar e incluso sin coser, y tenían un recorrido geográfico y temporal sorprendente. Los nobles y los reyes confiaban sus bibliotecas a los artesanos más diestros, que utilizaban pieles de la mejor calidad, hierros exclusivos, dorados... que uniformaban la colección. Es lo que más interesará a los expertos, pero en esta muestra hay tres aspectos especialmente atractivos para el lego. El primero es la creación de entornos decorativos -reflejo de un contexto político, artístico e intelectual- para algunos de los estilos de encuadernación, con cuadros, tapices, muebles y objetos suntuarios que evidencian una deliberada armonización estética. Sobresalen el escritorio de Isabel II, con todo adornado con mariposas -¿por la Graellsia isabellae?-, la fantástica mesa de malaquita del Palacio de Aranjuez, compañera de un libro encuadernado en esta piedra dura, el conjunto neogótico, con encuadernaciones tipo "catedral", el neoclásico...
Las pinturas son casi siempre de calidad modesta, a excepción del retrato de Sor Ana Dorotea de Rubens y el San Ildefonso de El Greco, que presiden una sala dedicada a las bibliotecas conventuales, austeras y emocionantes. Los libros de monja forman parte de esa inmensa mayoría de encuadernaciones en pergamino, muy bien estudiadas en otra sala. Para el gusto actual, o al menos para el mío, son las más bellas: la estructura y el ornamento son una misma cosa y en ellas se revelan las calidades naturales de los materiales -papel y el piel- a la vez que se hace más evidente el depósito de tiempo en ellas. Finalmente, el tercer aspecto destacable lo protagonizan las encuadernaciones más caprichosas: con relieves metálicos figurativos, materiales inusuales, miniaturas y relieves en los cortes -otra de las salas destacadas- o motivos decorativos que aluden al contenido del libro.