Desempaquetar el Guernica
Encuentros con los años 30
5 octubre, 2012 02:00André Masson: Esperando la ejecución, 1937
El Reina Sofía inaugura esta semana la gran exposición de la temporada: Encuentro con los años 30, un gran repaso por la década en que Picasso pintara el Guernica, pilar del museo nacional, que ahora encuentra interlocutores con los que hablar del pasado.
Cambiar la interpretación del Guernica es una empresa delicada, ya que se trata del propio corazón del museo, algo que ha justificado hasta ahora la lectura canónica que, desde una perspectiva formalista, aglutinaba en torno a ella las mejores obras que posee la colección de los artistas más destacados de las vanguardias en el panorama europeo, para desgranar las conexiones del genio malagueño desde el Cubismo al Surrealismo, y destacando las aportaciones decisivas de los españoles Gris, Miró y Dalí a la historia del arte durante la primera mitad del siglo XX.
Antoni Berni: New Chicago Athletic Club, 1937 (detalle)
Malditos treintas
Los años 30 no han sido un periodo muy apreciado por la historia del arte contemporáneo. Considerada una época de regresión de las vanguardias, los artistas cayeron en la dispersión aplastados por los graves acontecimientos económicos y políticos marcados por la Depresión del 29, el predominio de los totalitarismos en Europa y su desembocadura en la Guerra Civil española y, después, la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hoy podemos aproximarnos a ella con una sensibilidad pendiente de una incertidumbre que, en cierta medida, nos hace entender con más cercanía la gravedad del peso que se arrastraba y su densidad, engrosada por las muchas capas que estos Encuentros con los años 30 aceptan desde el inicio, planteando un eclecticismo en el que conviven Realismo, Abstracción y Surrealismo, por aquel entonces vertientes contrarias e incluso enfrentadas pero que, en esta selección de obras, transmiten una firme unidad subterránea.Agustí Centelles, Autorretrato en el frente de Aragón, 1937 (detalle)
Pero a continuación, en un contraste muy eficaz con la abstracción del periodo, hallamos una similar parálisis. El orden constructivo regido por la geometría ortogonal y las simetrías, atraviesan el semillero de grupos y tendencias entre los que se encuentran viejos maestros como Kandinsky y Mondrian, y quienes estaban revolucionando la escultura, como Calder, Naum Gabo y la joven Barbara Hepworth. Y con el Surrealismo profundizamos en la enajenación de los maniquíes, la descomposición de la neurastenia y la disgregación, capítulo en el que, entre todo lo excelente de Miró y Dalí, Delvaux, etc., destacaría Batalla de príncipes saturnianos de Wolfgang Paalen, la perturbadora pintura peluda La voz del bosque de Toyen y La muñeca de Bellmer, una rareza en gran formato que representa a una niña negra aborigen junto al eje que corta este desarrollo de ismos sucesivos. La recreación de las grandes exposiciones internacionales, con el fin de contextualizar la Exposición Internacional de París, para cuyo pabellón de España fue realizado el Guernica, es el componente de mayor calado teórico y político en la primera planta.
Kandinsky,Sucesión, 1935 (detalle)
Murales de feria
También es muy interesante la revisión crítica de la modernidad arquitectónica y ornamental durante los años 30, todavía poco explorada en comparación a las últimamente muy revisitadas décadas de los 50 y 60. Y, como habría mucho que comentar, ya que es todo un filón, baste con subrayar, al menos, la luz que arroja sobre los grandes formatos de los murales habituales en estas ferias, entre los que el Guernica no fue una excepción. Léger, autor junto a la arquitecta y diseñadora Charlotte Perriand del reconstruido aquí Joyas esenciales, placeres nuevos, ya declaraba entonces el apogeo de los murales, ante los 345 proyectos realizados para la Exposición de París.Por último, y como transición hacia la segunda planta, la sección "Carteles y fotografía" nos confronta con la dura realidad de los ciudadanos de una cultura de masas hacia la que artistas, fotógrafos y cineastas prestaban cada vez más atención, con el fin de conectar con los públicos populares, con los que prácticamente se enlaza a la entrada de la segunda planta, mediante las escenografías de La Barraca y el flamenco.
"Desempaquetar" el Guernica ha supuesto encontrar nuevas resonancias. Es muy sugerente el desarrollo a partir del ingrediente satírico de la pléyade de dibujantes, donde destaca la cercanía estilística de Francisco Mateos y los hasta hace muy poco desconocidos dibujos de Alberto Sánchez, procedentes del Museo Pushkin; y series como Pesadillas infantiles de la comprometida ilustradora, muralista y decoradora escénica Pitti Bartolozzi. Además, esta nueva interpretación abre muchas líneas que se han de desarrollar en el futuro: como la emergencia de las modernas Maruja Mallo (Tierra y excrementos) y Remedios Varo (Modernidad, 1936), junto a una primera y nutrida generación de artistas compañeras. También, el exilio, al que se le dedica por primera vez atención en este museo. Pero no dejen de contemplar el maravilloso tondo Bombardeo de Philip Guston, las Medallas de deshonor de David Smith y la salita del depósito especial de obras realizadas por André Masson en España.