Vista de la exposición

Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta principios de junio.

La exposición, comisariada por George Stolz, incluye numerosas publicaciones de Yona Friedman, películas, dibujos y una escultura de gran formato, concebida y diseñada por Yona Friedman para las salas de la Galería Elba Benítez. Magnífica ocasión para conocer la utopía factible de este arquitecto.

Todavía hoy hay artistas que sólo nos resultan inteligibles en su totalidad cuando las circunstancias colectivas nos hacen ver la exigencia de cambios políticos y sociales tan profundos como los que sus propuestas sugieren, por quiméricas e ingenuas que parezcan. Así ocurre con Yona Friedman (Budapest, 1923) en la galería Elba Benítez, un arquitecto de las ideas que no podemos decir que sea un desconocido en España, ya que tanto el CAAC de Sevilla en 2006, como el MUSAC de León en 2011, le dedicaron exposiciones individuales. Además, es habitual en bienales (Shanghai, Venecia, Lyon...) y destaca su paso por Documenta 11, en 2002.



Friedman es un arquitecto que apenas ha construido. Más bien ha cimentado habitats para poblaciones pobres en países subdesarrollados, es decir, explotados y saqueados multinacionalmente. Su principal labor ha sido ideológica, de poner en práctica alternativas utópicas que disienten radicalmente de la arquitectura comercial y sus símbolos del poder para propiciar una arquitectura móvil, adaptada a la imprevisibilidad individual y a la autonomía de los habitantes urbanos. Es desde esta posición personal desde la que ha irradiado su profunda influencia en arquitectos de todo el mundo, como los célebres Archigram, los japoneses KenzoTange y Tadao Ando, o el propio Juan Navarro Baldeweg.



Esta es una muestra de publicaciones y proyectos y, a la vez, una exposición extraordinariamente bella, estéticamente seductora. La entrada a la galería descubre un bello collage de papeles con dibujos geométricos abstractos de aire africano, ante los que danzan, en la pantalla de un vídeo, dibujos coloreados manuales del propio Friedman en una combinación visual especialmente atractiva. El espacio vacío a su alrededor se llenará próximamente con los proyectos de los alumnos de la Universidad Europea de Madrid, que participan en un taller sobre las ideas de Friedman y que ya ha dejado una propuesta arquitectónico-escultórica en el patio de la galería.



Maqueta de Yona Friedman realizada por estudiantes de la Universidad Europea

En la primera sala, se proyecta un fascinante filme de animación, realizado en colaboración con su esposa, Denise Charvein, y rodado jugando con unos cubos de madera pintados con siluetas animales y humanas, que relata un cuento tradicional africano recogido por el antropólogo Frobenius, que fue premiado con el León de Venecia en 1962. Se vincula con los proyectos que, por encargo de la Unesco, Friedman desarrolló en países del Tercer Mundo durante los 60 y 70.



La sala principal reúne los textos del arquitecto editados a lo largo de los años, de lectura tan imprescindible como amena, divertida y sorprendente en sus conceptos y delicadamente seductores en su juego espacial y cromático. Junto a ellos, se presenta el proyecto escultórico urbanístico Ville Spatial, concebido específicamente para la galería dentro de su idea de ciudades "elevadas", que transforman los flujos de comunicación y transporte, así como de relaciones internas y laborales de sus habitantes. La simplicidad reveladora de los textos y dibujos de Friedman alientan un pensamiento libre, capaz de ahondar en las circunstancias que nos determinan nuestra realidad, a la vez que despliega actitudes no sólo de resistencia sino de transformación positiva y colectiva de esas realidades.



Hablar hoy como él hace de una arquitectura democrática, protagonizada no por el arquitecto como artífice de monumentos sino por el ciudadano usuario del edificio y sus necesidades, resulta absolutamente pertinente en una etapa que las sociedades están viendo mermados los derechos y las libertades individuales y colectivas.



Declarar abiertamente que esos cambios "utópicos" pero "factibles" dependen únicamente de "una decisión política", como hace Friedman, pone el dedo en la llaga por la que supuran, por ejemplo, las sociedades europeas, aquí sin casi distinciones entre el Norte moral y ahorrador y el Sur hedonista y despilfarrador: la ausencia de una política de lo común, la incapacidad de los responsables de los partido democráticos para tomar decisiones autónomas con miras al beneficio de capas mayoritarias de la población. Si el actual capitalismo especulador triunfa, lo hará a costa de suprimir toda redistribución de la riqueza e imponer un darwinismo social cuyas bases han evolucionado en los últimos 25 años de la instauración de sociedades "delincuentes", con élites extractivas de las riquezas de las naciones, al inicio de otras sociedades "genocidas" que suprimen derechos laborales, sanitarios y educativos.



Yona Friedman propone un cambio utópico sí y políticamente factible. Ese es el reto y lo que convierte su exposición en una de las más atractivas de lo que llevamos de temporada.