Obra de Fernando García

CA2M. Avda. Constitución, 23. Móstoles. Hasta el 29 de septiembre.



Tratándose de una frase-escultura de Lawrence Weiner es muy lícito interpretarla como a uno le convenga, pero Out of the Blue no significa, en realidad, "Sin motivo aparente"; la expresión que mejor traduce su sentido sería "Como caído del cielo" o, si se prefiere, "Salido de la nada". El comisario, Javier Hontoria, ha elegido la obra de Weiner para titular una exposición que no trata sobre las apariciones inesperadas (aunque algo de eso haya) sino sobre la desaparición progresiva de la narratividad a través de un conjunto de piezas de 31 artistas concienzudamente escogidas y de un montaje planificado al detalle. El propósito del comisario es demostrar la vigencia del "dispositivo expositivo" para propiciar una construcción de significado a partir del diálogo entre las obras, dejando una gran libertad al espectador para experimentar y asimilar lo mostrado.



Como ya hizo en Un paisaje holandés, colectiva que se vio en La Casa Encendida en 2012, el discurso se arma a partir del "magisterio" de un reducido grupo de artistas que en los años 60 y 70 sentaron las bases de una manera de entender el arte con fuerte impronta en la actualidad. Aquí son dos: Robert Filliou, vinculado al movimiento Fluxus y traído por su defensa de un arte desprovisto de ambiciones, lúdico y anti formalista, y el citado Weiner, que marca la pauta en la relación abierta del espectador con las obras.



Se explicita un rechazo hacia la "tiranía de una narrativa curatorial férrea y excluyente" y se quiere fomentar el "placer de hacer y de estar en el arte", la relación sin mediaciones entre el público y la obra. Pero hay que advertir que esta no es una exposición fácil. El comisario sí tiene una presencia muy señalada y se ve obligado a explicar a través de los textos en el catálogo (lectura importante para apreciar todos los matices de la propuesta) y en las paredes tanto la "ficción" que desarrolla la muestra como la pertinencia de cada una de las piezas. Lo que sin duda consigue es que el esforzado espectador se cuestione sus propias concepciones sobre la esencia del arte.



Vista de la exposición

Aquí se le pide que se sumerja (¿tendrá algo que ver en ello la gran piscina prefabricada que Fermín Jiménez Landa ha colocado en vertical a la entrada del centro?) en un ecosistema artístico generado por la concurrencia de unas obras que son casi siempre autorreferenciales: bien reflejan el proceso creativo, el trabajo mental del artista dentro y fuera del estudio, siempre en un contexto cotidiano, bien se refieren a la propia historia del arte contemporáneo. A pesar de que, de acuerdo con Fillou, la muestra nos propone una "experiencia vital", lo cierto es que obtenemos más bien una interesante experiencia intelectual muy concentrada en la idea del comisario y en las creaciones de corte conceptual de los artistas seleccionados. Es casi siempre la experiencia, la vida de los propios artistas la que está en el centro de la pista.



El montaje se distribuye en dos plantas, a lo largo de las cuales se va avanzando en ese proceso hacia el "no contar" e incluso hacia el "no hacer" en el arte actual. Aparte de los dos artistas germinales mencionados, hay una generación intermedia de artistas nacidos en los años 40 y 50, con obras (a excepción de la de Francesc Torres, que es de 1975) más o menos recientes: Silvia Bächli, Ignasi Aballí, Peter Fischli & David Weiss, y Nedko Solakov. El resto de ellos, con procedencia geográfica diversa aunque con predominio europeo (hay nueve españoles, bien), son bastante jóvenes y en alguna medida reelaboran planteamientos de sus mayores. Las formalizaciones de las obras son también variadas, desde la rotundidad de la escultura cinética de Lara Favaretto a los frágiles dibujos de Daniel Steegmann , aunque hay formatos ausentes: apenas hay fotografía (Wolfgang Tillmans, Torres... y la cámara de Ignasi Aballí) o vídeo (uno de Fischli & Weiss traído por los pelos y otro del brasileño Tamar Guimarães) y casi nada de la documentación paralela que hoy abunda. Predominan el dibujo, la pintura y sobre todo el objeto, que sirve tanto al "dejar que la obra se haga" como al desencadenamiento de sugerencias en el espectador, por proximidad emocional o vital.



Quien, como yo, no tenga nada en contra (sino todo lo contrario) del arte ambicioso, virtuoso en lo formal o contundente en su mensaje o en su presencia física, será también capaz de valorar aquí las acciones artísticas más livianas, la ausencia de sentido, la poética del fracaso... Hay un buen número de artistas que nunca habían expuesto en España, así que es buena ocasión para empezar a conocerlos. Puesto que nos dan libertad para buscar relaciones entre las obras, aquí va alguna posibilidad: las obras a partir de material impreso de Jesse Ash, Ceal Floyer, Mark Manders, Kirsten Pieroth y Runo Lagomarsino; el arte sobre el arte en Fernando García (referencias a Manolo Millares y la Escuela de Vallecas), Tamar Guimarães (Niemeyer), Joachim Koester (Michaux), Dan Rees (Malevich)... Sigan.