Tejiendo los restos del naufragio (III) , 2012
Moreno trabaja sobre la historia de los lugares, y ha tenido como campo de entrenamiento, intensivo y prolongado, la fábrica abandonada en la que su familia elaboró piezas industriales hasta que fue expropiada y cerrada arrastrando al paro a muchas familias. Ha realizado en ese lugar diversas series en las que ese componente humano se materializaba a medias -abundan las figuras desdibujadas, fantasmagóricas- restando atención a las propias cualidades dramáticas de los espacios. Ella sabe, mejor que otros artistas que hacen perfectas fotos de catálogo corporativo promocional, enfrentarse a las arquitecturas e intervenir en ellas para extraer sus contenidos históricos y emocionales. Son muy buenas sus series Stalker, en las que llena de fórmulas matemáticas un aula y una antigua mina; para la primera, pidió a distintos físicos que transcribiesen científicamente el Cuadrado negro de Malevich -¡ese supuesto grado cero del arte!-, mientras que en la segunda se aludía al "cálculo de la incertidumbre", que "se usa en el análisis de riesgos y la toma de decisiones". Asuntos muy artísticos y relacionados con la evolución personal.
Pero el gran paso lo ha dado con las mencionadas instalaciones, como las presentadas en el último ARCO, aquí, o en su reciente exposición en la De Santos Gallery, en Houston. El soporte para las fotografías, tan matérico, queda integrado en una "red" básica de líneas que son físicas -dibujadas en paredes o suelo, hebras de lana, medias de nylon estiradas con fotografías encapsuladas- pero también argumentales. Hay una "proyección" desde la imagen que se "solidifica" en piezas industriales y objetos relacionados de manera a veces críptica con ella. En las acciones en la fábrica que ahora presenta, en las que aún medio aparecen figuras, dibuja otras líneas con hilos tensados que fotografía en el momento en que, al cortarlos, saltan en ondas "ectoplásmicas"...
Más trabajos recientes, vistos en Houston, indican que está encontrando otros ámbitos de interés que pueden dar aún mejores resultados. Así lo anuncian las obras menos narrativas y más potentes con imágenes de campos de energía, a lo Tesla, o con lunas, o aquellas en las que la parte escultórica de las instalaciones crece más allá de la pequeña pieza. También arranca un trabajo sobre las maquetas de flores para el estudio botánico, que promete mucho. La seguiremos.