My Tears are Dry, 2009

Galería Marta Cervera. Valencia, 28. Madrid. Hasta el 18 de octubre. De 5.500 a 6.500 euros.

Llora cuando te pase, dice Laida Lertxundi (Bilbao, 1981), titulando uno de los trabajos de 2010. Es una película de 16 mm llena de intervalos, movimientos mínimos y canciones populares. La pegadiza melodía de The Blue Rondos ayuda a viajar muy lejos, tensando un poco el tiempo y rozando cierta sensación de verdad. Con ella participó en 2012 en la Bienal del Whitney, una de las muchas citas que se acumulan en su corta carrera, y ahora la vemos en el nuevo espacio de la galería Marta Cervera.



Se me han secado las lágrimas, dice otra obra de 2009. Remite a My Tears Are Dry de un Hoagy Lands que suena entrecortada por unos acordes de guitarra. Alude al eterno sol de California y sus promesas. La obra de Lertxundi también. Los suyos son paisajes de Los Ángeles -allí vive- que contienen algo más. Precisamente Landscape Plus, titula esta exposición. Hay un coqueteo con la narrativa, referencias veladas al cine y finales tan abiertos como el amor. En él se zambulle en Footnotes to a House of Love (2007), con la imagen de un desierto lleno de anotaciones a pie de imagen. Llanuras solitarias. Un tono emocional que también recorre Una habitación llamada cielo (2012), que participa de la Bienal de Lyon este año.



El de Laida Lertxundi es un cine de emociones. Los suyos son paisajes afectivos y el uso que hace de la imagen en movimiento tiene más que ver con el cine experimental que con el videoarte. Sus películas parecen abrir huecos en los que aparentemente no pasa nada. Exigen que relajes el ritmo. A cambio enfatiza los sentidos de un aquí y ahora que, como cualquier tiempo pasado, puede ser mejor.