Detalle de Zagreb, I love you,, 1981.

Espai Visor. Carrasquer, 2. Valencia. Hasta el 21 de marzo. De 4.800 a 57.600 euros.

La exposición Total Gotovac presenta por primera vez en España un cuidado extracto de la obra del artista croata Tomislav Gotovac (1937-2010), rebautizado en 2005 como Antonio G. Lauer. Antes de su paso por la Academia de Teatro, Cine, Radio y TV de Belgrado (1967), su obra tendió en los años 60 hacia creaciones que ponían en relación elementos muy diversos en soportes y estrategias. Collages, fotografías, performances y películas fueron la base de trabajo de este peculiar artista, como da cumplida muestra la exposición. Si bien el cine constituye, según podemos reconocer en varias de sus filmaciones, una de las grandes aportaciones de Gotovac, es en la fotografía donde se expone la amplitud de su obra. Una obra en la que resulta curioso observar concomitancias con las experiencias que estaban teniendo lugar en la Europa de los años 60 y 70. Prácticas como el body-art, performances y ciertas tácticas en el uso de la fotografía-documento, vinculadas a los conceptualismos del período, ponen de manifiesto el modo en el que el espíritu de una época se reflejaba en el arte, más allá de la centralidad occidental-capitalista. Éste es posiblemente uno de los atractivos de la exposición, el hecho de arrojar luz sobre un arte que ha escapado a las convenciones de los manuales de arte y el interés de las instituciones. Es cierto que la evolución política de la extinta Yugoslavia permitía permeabilizar información y, esto, justificaría la relación de la obra de Gotovac con las prácticas artísticas occidentales, sin embargo lo peculiar es el modo en el que el artista desarrolló su propio lenguaje; el modo en el que su actividad se estaba dando en un contexto adverso y cómo esta situación se acaba recogiendo es su trabajo.



Hay que destacar del conjunto de obras expuestas las filmaciones realizadas entre 1963 y 1977, así como un vídeo del año 2000 en las que movimientos circulares y largos travellings convierten la imagen en algo hipnótico. Por otra parte, dos collages fechados en 1964 ponen de relieve los vínculos de Gotovac con Dada; piezas éstas que a su vez hacen visible la genética de ciertas posiciones del pop europeo de raíz conceptualista y que anteceden prácticas reconocidas luego en Fluxus. Fotografías como Autopistas (1976) o la extraordinaria Cubiertas de metal, ciudad de Belgrado (1977) actualizan hábitos muy comunes en el arte del momento. El archivo, la serialidad, la repeteción y el modo de administrar la imagen -como un modo de abundar en los procesos desmaterializadores del arte- constituyen maniobras con las que Gotovac opera a menudo en otros trabajos fotográficos en los que él mismo se sitúa en primer plano, y que proceden en su mayoría de sus categóricas acciones y performances.