Carretera 12, Wisconsin, de la serie The Bikeriders, 1962-66

Fundación Foto Colectania. Julián Romea, 6. Barcelona. Hasta el 26 de abril.

La Fundación Foto Colectania rinde homenaje al fotógrafo, documentalista y cineasta americano Danny Lyon (1942). El año pasado se inauguró una de sus series más emblemáticas, Conversations with the Dead (1968), sobre el mundo de las prisiones de Texas, y ahora, como continuación, se exhiben las series The Bikeriders (1962), que retrata una comunidad de moteros, y Uptown (1965), un barrio de inmigrantes de Chicago.



Se ha dicho de Danny Lyon que es un fotógrafo empático, además de comprometido socialmente. Se trata de uno de los fotógrafos más significativos de lo que se ha llamado "nuevo documentalismo", esto es, una generación de profesionales que, hacia los años 60, implicados y motivados por los temas que fotografiaban, ampliaron y orientaron la fotografía en un sentido social.



Sin embargo, explicarlo de ese modo no nos aclara gran cosa. El mismo Lyon lo expresaba de otra forma: "A mí me pones una cámara en la mano y quiero acercarme a la gente. Estar no sólo físicamente cerca, sino emocionalmente cerca, todo. Es parte de proceso". La actitud con que Lyon afronta cada serie es muy diferente, pero en cada una de ellas, elaboradas durante largos periodos de tiempo, hay una convivencia y una comunicación -¿deseo?- entre el fotógrafo y la persona fotografiada. La mediación entre uno y otro es la máquina de fotografiar. Y en este caso tenemos que entender "máquina de fotografiar" en un sentido muy dilatado, simbólico.



También Diane Arbus, fotógrafa de lo freak, buscaba la intimidad con las personas y comunidades, de las cuales se ganaba su confianza y fotografiaba. Pero ella buscaba "la falta", el defecto, la contradicción... No puedo dejar de ver a Diane Arbus como un desdoblamiento del protagonista de la película El fotógrafo del pánico, en la que la cámara, asociada a una cuchilla mortal, captaba el horror ante la propia muerte del fotografiado en el momento del clic.



Sin embargo, en Danny Lyon, al contrario que Diane Arbus, hay una dignidad, una estima, un decoro. Él también fotografió los círculos marginales, los colectivos que formaban parte de las subculturas, la periferia de la ciudad, pero la suya es una mirada humanista: en las cárceles, entre los excluidos, en los límites de la ciudad, hay, acaso, una chispa de luz por la cual vale la pena haber vivido. Este es el universo de Danny Lyon y su porqué como fotógrafo. Pero todo es muy sutil. Se ha dicho con razón que no hay nada dramático, efectista o grandilocuente en sus fotografías, como si no ocurriera nada... Pero, en realidad, explica el propio fotógrafo, se trata de algo muy importante: tomar consciencia de una existencia que nunca se tendría a no ser por sus fotografías.