El sepulcro de Ensor, 2014 (detalle)
Le vimos hace exactamente un año en la colectiva Escópico-Esconder(se)-Escapar, dentro del festival Jugada a 3 bandas, también en la galería Fúcares. Ahora, Pere Llobera (Barcelona, 1970) presenta su trabajo en solitario en su primera individual en Madrid, bajo la advocación del belga James Ensor y su conocida consigna: "Para ser artista hay que vivir oculto". Llega de la mano del comisario David Armengol, que ha apostado por él también en el programa de exposiciones que co-dirige en el Centro Fabra i Coats de Barcelona. Allí acaba de exponer bajo el título de El Texto: principios y salidas (narración y subjectividad), ideas que bien definen la obra de este artista.Es una pintura entendida como desarrollo de ideas, que va más allá del ideal del cuadro, a cierto eclecticismo. De ahí El mal de Ensor del título, que Llobera define como "una maldición que acecha a cualquier artista que explore su condición como tal a través de su obra; una lucha crónica contra las virtudes de uno mismo". La propuesta que centra esta exposición es un archivador con 35 cajones intervenidos por el artista (y dejados al libre acceso y albedrío del espectador) y que contiene lo que su universo visual: sus preocupaciones estéticas e intelecturales reunidas en fragmentos desiguales y motivos dispersos. Es curioso que Llobera titule a esta obra Hal, como el ordenador de 2001. Tiene algo de odisea en el espacio, porque la caja de signos es anterior incluso a la linotipia y porque, en un extraño guiño, algo nos recuerda que su nombre es "chibalete", que procede del francés chevalet, caballete. Pintura y narratividad estrechamente amalgamadas.