Una de las obras de Alicia Martín
Es un autoengaño inconsciente, una ilusión lúdica. A veces, parece una realidad velada con mucho de fantasmagórico. Por ejemplo: oír mensajes en una canción que suena en un idioma distinto, identificar un perro en las nubes o sacarle la mejor cara a Marte. La psicología lo llama pareidolia, un estímulo mental que hace que algo desconocido se perciba, de repente, como algo reconocible. Así ha llamado RMS La Asociación la muestra que ha comisariado en la galería Bacelos, en el marco del festival a3bandas. Y em>chapeau por ellos, porque mucho hay aquí de parecidos razonables y diálogos confusos entre las obras de Alicia Martín y June Crespo.También los comisarios han jugado con la idea de "memoria-predicción", propia de la pareidolia, al seleccionar las obras menos conocidas de Alicia Martín (Madrid, 1964), algo que celebramos. Nada de libros encontramos aquí. Nada, pues, de su obra más reconocible y difundida, pese a que dice seguir trabajando en ella. Esa cara B son varias fotografías, escultura y dibujo de la nueva serie llamada T16. De algún modo alude al balance en que se mide el error y la tolerancia a éste en la ejecución de piezas industriales. T16 es la calidad menos precisa, para piezas sin ajuste y que no requieren acabado. Un mensaje metafórico para hablar de ese tipo de trabajo en proceso, el que nace a partir de la duda. Es su homenaje al desajuste, al equilibrio inestable: una bola envuelta en rúbricas que parecen querer atraparla sin éxito o fotografías que sólo agudizando el ojo vemos que son coronillas.