Diego Collado: Data Recovery, 2010-2014
No es la primera vez que Joan Fontcuberta, Premio Nacional de Fotografía (1998), Premio Nacional de Ensayo (2011) y Premio Internacional Hasselblad (2013) actúa como comisario. Y podemos en cierta medida seguir la evolución de sus intereses y de su propia obra en sus proyectos curatoriales: desde 1984, con la trascendental exposición Idas y Caos. Vanguardias fotográficas en España 1920-1945 (Biblioteca Nacional e ICP de Nueva York), al año pasado, con From here on. La post fotografia en la era de internet y la telefonía móvil (Arts Santa Mònica) y Obra-Colección. El artista como coleccionista (Fundación Foto Colectania). La primera de estas exposiciones en Barcelona, diseñada en colaboración con Clément Chéreux, Erik Kessels Martin Parr y Joachim Schmid, planteaba, con obras de otros artistas -coinciden dos- los mismos conceptos que Fotografía 2.0, que han sido desarrollados por Fonctuberta en su ensayo La cámara de Pandora: La fotografí@ después de la fotografía (Ed. Gustavo Gili, 2010). Es, sin duda, una exposición que hay que ver para comprender cómo la digitalización del medio, internet, los teléfonos inteligentes y los usos sociales de la fotografía en las redes pueden tener sobre la creación actual un impacto que el comisario ha comparado "a la caída del meteorito que condujo a la extinción de los dinosaurios".Los creadores se apropian no solo de las imágenes que circulan en el ciberespacio sino también de herramientas y de formas de relación con ellas: buscadores, mapeado, bitácoras, codificación de datos... La "postfotografía" sería un lenguaje universal que habría dejado de estar en manos de los artistas y los profesionales, prevaleciendo la circulación y la gestión de la imagen sobre su contenido, cuestionando el concepto de autoría y de originalidad y auspiciando lo lúdico frente a lo solemne... todo ello lo resume Fonctuberta como la "estética del acceso": todos somos fotógrafos y el artista se convierte en comisario y coleccionista.
No se puede negar que todo eso está sucediendo e incluso quienes no miren con simpatía esta deriva han de conocer sus principios y su casuística. Los proyectos seleccionados para esta exposición, todos de fotógrafos españoles o residentes en España y en su mayoría bastante jóvenes, componen un catálogo lo suficientemente amplio y variado de estas prácticas, y los textos de sala explican muy bien sus fines y, ante todo, sus métodos. A pesar de ello, creo que, siendo el comisario un artista y teniendo como sede el Círculo de Bellas Artes, esta misma demostración podría haberse orquestado con intérpretes más integrados en la esfera propiamente artística, con obras que comparten los instrumentos pero que profundizan más en los contenidos. Se me ocurren nombres como Irene de Andrés, Enrique Radigales o Erlea Maneros Zabala, por ejemplo. Entre los 19 seleccionados hay algunos con este perfil, como Miguel Ángel Tornero, Alejandro Guijarro o Miguel Ángel García, pero la mayoría están más próximos a la fotografía documental, el fotoperiodismo... e incluso alguno se gana la vida haciendo reportajes de bodas; prácticamente no tienen recorrido artístico-profesional. El colectivo y escuela Blank Paper recibe especial atención, con su director, Fosi Vegue, uno de sus miembros, Óscar Monzón, uno de sus profesores, Arturo Rodríguez y al menos uno de sus alumnos, Diego Collado. PHotoEspaña es un festival de fotografía en su más amplio espectro y siempre ha tenido cabida en él la búsqueda de nuevos valores pero insisto en que estos nuevos "comportamientos" respecto al caudal de imágenes que nos desborda merecerían un abordaje más centrado en lo que están suponiendo para el arte. Dejemos vivir aún a los dinosaurios. O al menos a los grandes lagartos.