Adelaida Fdez. de Zapatero, 1859

Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20-22. Madrid. Hasta el 14 de septiembre.

En 1940, el MoMA creó el primer departamento de fotografía en un museo de arte, y en 1949 se abrió al público la George Eastman House, uno de los primeros museos dedicados a este medio en el mundo. Antes de eso, ¿qué instituciones coleccionaban y conservaban las fotografías? Además de aquellas que las guardaban por razones funcionales, como juzgados, hospitales o instalaciones militares, se reunían en las bibliotecas. La razón: la fotografía, muy vinculada al libro y las publicaciones periódicas a través de la ilustración, era considerada como edición, asociada a la estampa. Se pretendió que editores y autores de material fotográfico depositaran copias de cada imagen comercializada en las bibliotecas nacionales, como se hace con los libros y revistas. Aquí, los fotógrafos se zafaron desde el principio de este requisito que, en teoría, sigue vigente; a pesar de ello, las bibliotecas reunieron las mejores colecciones. Piensen en los impresionantes acervos fotográficos de la Library of Congress de Washington o de la Bibliothèque Nationale de París.La Biblioteca Nacional de España posee el que probablemente sea el mayor fondo de fotografía del XIX del país, tras el del Instituto del Patrimonio Cultural de España. Incluye grandes conjuntos de Laurent, Clifford y Martínez Sánchez, y una de las colecciones más importantes del momento (20.000 imágenes), la del pintor Manuel Castellano. En los años 80 se hizo un gran esfuerzo para inventariar y estudiar ese ingente material, lo que dio como resultado, en 1989, una exposición de unas 300 piezas y una guía-catálogo elaborada por Gerardo Kurtz y y la Jefa del Servicio de Bellas Artes en la Biblioteca Nacional, Isabel Ortega, que comisaría la actual muestra.



Las bibliotecas nacionales no perseguían tanto, en sus adquisiciones, las cualidades artísticas como el valor "iconográfico" de las fotografías: se buscaban retratos de personas relevantes, catálogos monumentales y documentación de eventos históricos... La selección que se presenta ahora refleja esos intereses pero no hace justicia, por lo breve de la selección y por la estrechez con la que se ha montado en la subterránea Sala de las Musas, a la importancia y magnitud de esta colección. Después de 25 años habría sido pertinente una presentación amplia de estos fondos y una mirada actualizada sobre ellos, que destacase no solo las piezas más representativas sino también las más interesantes por su rareza o por sus valores formales. Los manuales de fotografía, los libros ilustrados y los álbumes tienen lógicamente, presencia en el conjunto y nos permiten conocer qué formas de presentación y difusión adoptó la fotografía en esas décadas. También se aprecia la variedad de técnicas, formatos y temas, entre los que destaca en España el capítulo de las obras públicas, que dio lugar a novedosas tipologías de paisaje, pero también el de reproducción de obras de arte en los museos y catalogación del patrimonio arquitectónico histórico, reivindicado en gran medida a través de revistas artísticas y con una gran aceptación por parte del público. Un pequeño muestreo, por tanto, que nos sirve solo para abrir boca.