Uno de los stills del filme Todas las cosas que no están, 2013
En 2010, Sérgio Mah y José Gómez Isla comisariaron para la Fundación BBVA y PHotoEspaña una exposición sobre el ingeniero eléctrico estadounidense, Harold EdgertonTeresa Solar Abboud (Madrid, 1985), que despunta claramente entre los jóvenes artistas españoles, ha realizado un magnífico mediometraje artístico (unos 40 minutos) que sigue los pasos de Edgerton en su evolución científica y divulgativa. Y en su deriva geográfica, atravesando los Estados Unidos desde Massachusetts, donde fue profesor e investigador en el prestigioso MIT -y desarrolló herramientas para alcanzar logros como la fotografía aérea nocturna o la fotografía submarina-, a California, atravesando Nebraska, Utah y Nevada. Se podría decir que fue un "facilitador" de la visión más allá de sus límites naturales; en sentido opuesto, Teresa Solar construye a partir de la trayectoria profesional del científico una road movie de narrativa atípica que constituye una cavilación sobre la imposibilidad de ver y sobre una forma de conocimiento que se basa menos en los datos, los lugares y los hechos que en su circunvalación, a tientas (como esa buceadora que palpa los muros de la piscina), y en la reconstrucción ficcional de la historia. Es algo que ella ya ha practicado en otros proyectos anteriores, como El llano múltiple y Teatro de operaciones, en los que también necesitó armar dispositivos teatrales-expositivos como marco de esa narrativa fragmentaria y hasta cierto punto frustrante que revisa críticamente las relaciones entre el cine y la fotografía y la fabricación de un imaginario histórico desde perspectivas interesadas. La aproximación a esos episodios históricamente reveladores adoptan en Teresa Solar diferentes formatos, incluyendo habitualmente el vídeo, la escultura y la instalación; para este proyecto en torno a Edgerton hizo paralelamente a la película una serie de collages, Double bite, en los que incluyó fotografías "cegadas" tomadas con cámaras como las inventadas por para la fotografía nuclear por Edgerton, que usaba planchas de plomo y polarizadores para proteger la película de la radiación.La película se detiene en aquellas situaciones arquitectónicas y geográficas que subrayan la imposibilidad de acercarse, por cuestiones de secreto militar o seguridad, a los lugares en los que vivió y trabajó Edgerton. La filmación se va haciendo paulatinamente, a medida que llegamos al desierto, más extraña, más alucinada. En el periplo se intercalan teatralizaciones, con guión de la artista, en la que un pequeño número de personajes habla sobre sus experiencias como "víctimas" (sin actitud victimista) de los experimentos. Frente a la dimensión más popular y lúdica de la exposición mencionada al principio -y Edgerton la tuvo-, nos acercamos aquí a los aspectos más oscuros de su actividad, por inaccesibles o por peligrosos. Deslumbramientos y lobregueces se dan el relevo en la película, como en una ralentización del estroboscopio. La fotografía ultra-rápida desacelerada. La historia desintegrada.