Primeras vacaciones pagadas , Orillas del Sena, 1935
La exposición que sobre Henri Cartier-Bresson (1908-2004) presenta la Fundación Mapfre se inscribe en el objetivo de ofrecer una mejor comprensión del fotógrafo francés, y en reconsiderar nuevas y más ricas interpretaciones de su visualidad. Ahí radica su importancia. El proyecto expositivo, comisariado por Clément Chéroux, proviene del Centre Pompidou de París y estructura un recorrido exhaustivo que combina la cronología, los viajes y la vida del autor con otras obsesiones temáticas transversales, ofreciendo también aspectos menos conocidos, como sus pinturas juveniles, collages y primeras fotografías, o los dibujos a lápiz realizados en sus últimos años de su vida, cuando prácticamente ha dejado de fotografiar.La obra de Cartier-Bresson recorre el siglo XX y determina una forma de mirar y de entender el hecho fotográfico. Su fotografía ha sido renovadora y poderosamente influyente en las generaciones de fotógrafos que le han sucedido, pero a menudo se ha trivializado o simplificado su legado. En cierto modo, esta exposición rompe con los tópicos más reduccionistas, mientras trata de establecer una mirada crítica más abierta e integral respecto a las posiciones interpretativas canónicas que han subrayado bien su perspectiva artística en su obra de los años 30 y la importancia del documentalismo que desarrolla a partir de la Segunda Guerra Mundial y que, de algún modo, se concreta con la fundación de la Agencia Magnum en 1947, junto con Robert Capa, David Seymour, George Rodger y William Vandivert, sólo unos meses más tarde de haber inaugurado su primera retrospectiva en el MOMA de Nueva York.
Ambas facetas resultan inseparables, se explican y se enriquecen mutuamente. Si su obra ha ejercido una influencia tan poderosa es, precisamente, porque ha sabido aportar a la fotografía documental y al reporterismo gráfico la importancia de una estética cuidada y bien construida. Por otro lado, su obra con carácter más creativo tiene la espontaneidad y la fluidez natural de una mirada directa, propia del reportero. Quizás, para explicar este grado de tensión entre intuición documental y construcción estética, sea necesario referirnos al concepto frecuentemente usado por Cartier-Bresson de "instante decisivo".Esta exposición rompe con los tópicos más reduccionistas de una obra que determina una forma de mirar y de entender el hecho fotográfico
El fotógrafo actúa como un cazador de instantes, pero para obtener la imagen deseada es necesario que sea además un hábil constructor de escenas. Cartier-Bresson actúa desde una posición exigente, convirtiendo lo documental en relatos de autor, y elevando la imaginación visual a una forma personal de documentar la realidad. Mientras deja fluir la visualidad fotográfica como intuición, la construcción de la composición está cuidada y calibrada hasta en los más mínimos detalles, ambas son inseparables y la fotografía desde su cámara aparece como una investigación basada en un fino y agudo instinto de la mirada.
Rue de Vaugirard, París, Francia, mayo 1968. Magnum Photos.
Cartier-Bresson se aficiona a la fotografía en edad muy temprana, desde la pintura y el dibujo. En los años 20 frecuenta los círculos surrealistas en París, descubre la fotografía de Atget y la Nueva Visión. En los años 30, emprende diversos viajes en los que formará una mirada crítica, sensible a los problemas sociales con compromiso político, África, Estados Unidos, México, España antes y durante de la Guerra Civil... Se interesa por el cine, manteniendo una fructífera relación de trabajo con Jean Renoir. Al final de la Segunda Guerra Mundial dirige su atención hacia el documentalismo y el reportaje gráfico, que le llevará por todo el mundo abordando la actualidad inmediata; se interesa por el retrato y realizará de manera paralela series de imágenes temáticas que funcionan como una especie de antropología visual.En la década de los 70 abandona los reportajes y deja sus responsabilidades con Magnum; se dedica a su archivo y a una fotografía más personal y contemplativa, mientras vuelve al dibujo. En 1973, Cartier-Bresson realiza una selección de cerca de 400 fotografías de su archivo a la que llamó Master Collection, positivando seis juegos idénticos depositados en diversas instituciones (Biblioteca Nacional de Paris; Menil Collection de Houston; University of Fine Arts de Osaka; Victoria and Albert Museum de Londres y la Fundación Henri Cartier-Bresson, además de una copia en manos de la familia) con el objetivo de crear un fondo que permitiera generar exposiciones de su trabajo. Desde entonces las exposiciones de Cartier-Bresson han mantenido casi siempre un mismo tono de luz, ya que a menudo los tirajes provenían de la Master Collection o eran realizados para la ocasión.
Para esta exposición, el comisario ha explorado el archivo de más de 30.000 copias y negativos para potenciar una selección de obra a base de tirajes de época. Cuando la fotografía tenía como objetivo principal ser publicada, el positivado desempeñaba un papel crucial: aunque fueran técnicos de laboratorio quienes lo realizaran, las indicaciones del autor reflejaban siempre una determinada preferencia en el contraste o en la tonalidad de luz.
La evolución entre modelos de positivado y los cambios de tamaños según las épocas, permite comprender, desde los matices, la evolución de una obra, pero también el sentido y el uso que ha tenido la fotografía a lo largo del siglo XX. Por otro lado, la inclusión en la exposición de periódicos, revistas y libros donde se publicaron sus fotografías, así como de documentales o proyecciones, reconstruye para el espectador las formas de distribución que tuvieron las imágenes durante la vida profesional del autor, explicándonos el valor narrativo y documental que hoy tienen para nosotros.