Man with Ideas, 2013
Lo celebra hasta el título de su último proyecto, con el que ha ganado el Premio al mejor libro internacional en esta edición de PHotoEspaña. Un bonito epílogo para Party, de Cristina de Middel (Alicante, 1975), que también tiene un formato exposición, como vemos en el madrileño espacio de la New Gallery. Es el último capítulo de una de las fotógrafas con más proyección internacional, afincada en Londres, y avalada por otros muchos premios como el Annual Infinity Awards y su nominación al Deutsche Börse Photography Prize en 2013.Un año antes, con su conocida serie Afronautas, que también vimos en Madrid, se convirtió en la primera española en ganar el Photo Folio Review en los Rencontres d'Arles, uno de los clásicos en el campo de la fotografía. Ya entonces narraba historias épicas teñidas de humor, como la euforia que alcanzó Zambia en 1964, cuando alcanzó su independencia, y trató de enviar a 12 astronautas y 10 perros a la Luna. El suyo es un ojo inquieto que cuestiona el lenguaje y la veracidad de la fotografía como documento, para jugar con arquetipos con los que difumina esa delgada línea que hay entre lo real y lo ficticio. ¿El objetivo? Hablar de una realidad que es todo menos objetiva.
Ese mensaje entre líneas se esconde en muchas de las obras que vemos en Party, en la exposición y la publicación, que surgen, a su vez, de otro relato, el Libro Rojo de Mao. Un icono que Cristina de Middel relee actualizando algunas de las citas del presidente chino. El uso que hace esta artista de la censura para borrar las partes del texto que ya no tienen cabida en la rutina del país da como resultado unas páginas intervenidas convertidas en un nuevo guión de la historia china. Las imágenes que acompañan al nuevo relato de la fotógrafa añaden tensión sobre un contexto social que se debate entre la occidentalización capitalista y los alegatos del estricto régimen comunista. Además, fuerzan los límites de una de las esencias de la fotografía: documentar con imágenes.
"Un hombre con ideas será invencible" leemos en una de las nuevas páginas intervenidas por la artista. La acompaña la fotografía de la gigantesca cabeza de un Mao joven, una de esas rarezas que pueden verse en China, también intervenida por el azar con una farola sin luces que desacraliza ese culto al líder.
Inteligente y crítico, el trabajo de Cristina de Middel pone en escena la narración de una realidad hipotética, siempre subjetiva, de hechos muchas veces imaginarios, como los mejores relatos. Su sentido del humor sutil, sello distintivo en todos sus proyectos, no está lejos del de Bolaño cuando decía eso de que el humor es lo más parecido a la felicidad y a la revolución. Lo recoge el primero de los mensajes que nos recibe en la exposición, junto a la fotografía de una eufórica joven asiática: "si tiene que haber una revolución... que sea una fiesta".
Humor que deja, también, varias preguntas en el aire. ¿Qué fue realmente la revolución cultural china? ¿Cómo se escribe la historia?