Vista de la exposición

Galería Marta Cervera. Valencia, 28. Madrid. Hasta el 8 de noviembre. De 15.000 a 25.000 euros.

En el terreno de las posibilidades de supervivencia de la pintura, Ángel Vergara (Mieres, 1958) ha elegido explorar el dictado de Marcel Duchamp, el supuesto iconoclasta que con su Gran Vidrio habría desvelado los límites de la representación bidimensional y revelando la opacidad del fondo de la pintura como "ventana". También Vergara pinta sobre placas transparentes (de plexiglás) y además, superpuestas; pero disfrutando de la aplicación del óleo, denostado por aquel que cambió para siempre los derroteros del arte contemporáneo. De hecho, Vergara convierte el proceso de producción de su pintura en una auténtica performance, que combina con grabaciones en vídeo en el espacio público, con una intencionalidad relacional, como puede comprobarse en el vídeo demostrativo de su creación, interponiendo el pincel ante el objetivo, durante este verano en el popular Retiro madrileño. Una estancia que ha dado origen a las series, en medio y gran formato, de su primera exposición en la capital.



El resultado es un trabajo que exhibe, al tiempo, orden metódico e improvisación, ligereza e intensidad. Posicionado en el cuestionamiento de la imagen y en contra del imperativo de la pantalla total, su pintura ilumina el devenir, plasmando con pequeños gestos y notas cromáticas "el flujo y reflujo de las multitudes", como dice Juan de Nieves, que realizó su única exposiciónen un espacio institucional de nuestro país en 2007, cuando era director del EACC de Castellón. Entonces, con el título Acerca de algunas vueltas más por llegar, el artista intentó rastrear la idiosincrasia local, cartografiando desde la política al turismo a través de performances, con apariciones fantasmales bajo una sábana.



¿Estampas de Madrid? Frente a los tópicos de ciudad dura, cuya densidad parece haberse apelmazado en el tiempo lento y a la espera que vivimos, Vergara nos presenta una versión lúdica y ágil, en donde los instantes dejan huellas brillantes, conformando palimpsestos de encuentros fugaces. Quizás, un cierto homenaje a una comunidad tan sufrida, a ciudadanos para quienes estas visiones transparentes podrían quedar como el recuerdo dulce después de la pesadilla, o bien la prefiguración del porvenir.



Joie de vivre, alegría de vivir, ¿incluso en el presente? Es un acierto que la galerista Marta Cervera haya elegido a Ángel Vergara en esta apertura de temporada. Poco conocido en nuestro país, en 2011 protagonizó el Pabellón de Bélgica en la Bienal de Venecia, seleccionado por su amigo el pintor Luc Tuymans. Vergara, con doble nacionalidad, ya que su familia emigró a Bruselas en 1964, presentó entonces una serie sobre los siete pecados capitales fundada en imágenes mediáticas de actualidad. El propio perfil del artista, por tanto, no deja de ser un guiño de la galerista ante tanta corrupción y la necesidad de revisión de la Transición.