Detalle de Cambios planetarios, 2014
En esta exposición, la primera que una institución pública madrileña dedica al artista Pablo Genovés (Madrid, 1959), su comisaria, Alicia Murría, más allá de la retrospectiva, ha optado por concentrar su trabajo de los últimos cinco años, en los que el artista se ha desenvuelto con un argumento y un método únicos, de contundentes resultados. La memoria de los últimos quince años (de la que se ocupa en el catálogo Santiago Olmo) me lleva a pensar que en Genovés ha habido una desconfianza conceptual en la permanencia de los seres y las cosas, y también en la interpretación que hacemos de unas y otros en el decurso del tiempo. Lo veíamos ya en sus primeras series fotográficas totalmente personales, como Extravíos, de mediados de los 90, y aún más rotundamente en Sucedáneos, de finales de esa década. Tanto las estrellas pop como los símbolos de la publicidad del capitalismo estadounidense aparecían, en sus muy pictóricas (que no pictorialistas) fotografías de entonces, ajados, delicuescentes, sometidos a las arrugas y con la piel viscosa, como si el mero transcurrir y la sucesión de miradas y espectadores les hubiesen conducido a un inexorable deterioro. Una implicación con la memoria propia, que había de hacerse compatible y pareja con las memorias ajenas en las obras que siguieron a éstas, Viaje interior, en las que había de apropiarse de recopilaciones de imágenes de lugares próximos o lejanos, pero por lo general desconocidos personalmente y a los que añadía elementos fantásticos, guiños a la práctica de la pintura.Cabe señalar, como denominador común de estos veinte años de trabajo, que aunque se ha dedicado exclusivamente al soporte fotográfico, el diálogo de Genovés con la pintura ha sido y es constante, con la soberbia simbolización que alcanza y su capacidad declamatoria, cuando no la simple sustancia material o la diversidad de los colores, incluida la poderosa gama de negros, blancos y grises casi exclusivos de las obras expuestas.
En El ruido y la furia se muestran (en un montaje lumínico y cromáticamente dramatizado) 38 obras que responden a un mismo tema. Genovés genera unas composiciones potentes siguiendo un mismo método, la superposición de dos o más imágenes de distinta procedencia y naturaleza, extraídas todas de viejas postales y fotografías en blanco y negro, y sólo excepcionalmente algo coloreadas. Cada una de ellas está cargadas de su propio pasado y de sus recuerdos, sólo intuidos o vislumbrados por el artista. Lo que construye en cada imagen es una metáfora de la destrucción de la cultura, de sus signos y señas de poder e identidad.
Detalle de Cambios planetarios, 2014
En El Vaso se proyecta el primer vídeo que ha realizado, coherente con las fotografías y la exposición. Otro día, otro lugar, de este mismo año, en el que un prolongado y lentísimo zoom hace recorrer al espectador un palacio y un teatro siameses cubiertos por las aguas mientras se escucha la dramatización del mismo título escrita por Lucía Carballal, la única voz que se pronuncia en estos desolados lugares en los que no hay más presencia humana que la de la memoria del mundo devastada.
Biblioteca fluvial
Por Pablo GenovésMe rodean muchos libros en el estudio de los que podría decir que todos y ninguno son responsables de mi trabajo, en la misma medida en que lo son los recuerdos y las vivencias. Josef Sudek fue un gran descubrimiento, en concreto su Saint Vitus's Cathedral y Mionsí Forest. De Mathew B. Brady me encantan sus fotografías de la guerra civil norteamericana. Está Gustave Le Gray, del que vi una exposición maravillosa en París y del que tengo toda su bibliografía, incluida una biografía con la que me divertí enormemente. Hace un año, visité en Berlín una exposición de Diane Arbus que me marcó enormemente, no por lo que contaba, sino por cómo lo contaba. Esa fotografía analógica, tan profunda y tan cercana, despertó la necesidad de aproximarme a eso, a esa sinceridad de espíritu y poética de la imagen. De Burtynsky me gusta su proyecto Water. Me parece un excelente trabajo y me impresiona la capacidad de organizar un proyecto a tan gran escala.
Retratos del mundo de Marc Walter y Sabine Arqué (Blume) es uno libro de photocromos, de imágenes a medio camino entre la fotografía y la litografía. El descubrimiento de esta obra me ha fascinado. Creo que el libro me buscó a mí, porque me tropecé con él sin querer. Otro volumen que me acompaña con frecuencia es Fotógrafos de la A a la Z, de Taschen, un índice muy práctico para acceder a fotógrafos desconocidos para mí, y Under Construction-New Positions in American Photography. Una obra que me parece tremenda es la que firma Gabrielle Basilico con el nombre de Beirut 1991 (2003).
Petrochemical America, de Richard Misrach, es un trabajo fotográfico de abandono y destrucción que pretende influenciar en la toma de conciencia del grave problema medioambiental. Algunas de sus imágenes me han inspirado bastante. Y Sapiens. A Brief History of Humankind De Yuval, de Noah Harari, es un ensayo que ofrece una visión bastante distinta de la que manejamos sobre la evolución de nuestra especie y su futuro incierto. Muy revelador.