Una de las obras de Martí Cormand en la galería CasadoSantapau, Madrid

Galería Cayón. Alcalá, 35. Madrid. Hasta el 30 de enero. De 1.900 a 21.000 euros / Galería Casado Santapau. Conde de Xiquena, 5. Madrid. Hasta el 30 de enero. De 2.500 a 15.000 euros.

Dos galerías madrileñas, Cayón y Casado Santapau, aúnan esfuerzos para la presentación en Madrid de Martí Cormand (Barcelona, 1971), un artista que mostró su obra en España entre 1998 y 2001 (en Valencia y Barcelona) y que un año más tarde se trasladó a Nueva York, donde vive y trabaja desde entonces. Es uno de los tres únicos españoles de su generación representado en el MoMA, junto a Esther Partegás y Teresa Moro. Aplaudimos, pues, esta exposición conjunta, que aúna a galería con más de una década, Cayón, que desde 2011 ha mejorado y consolidado un programa, y otra más joven, nacida en 2007, CasadoSantapau, que va conjugando nombres muy sugerentes en líneas más abiertas.



Ambas presentan obras de la última y prolija serie realizada desde 2013 por Cormand, que lleva por título Formalizando el concepto y que cabe describir como la "copia" en dibujos a lápiz y a escala 1:1, es decir al tamaño exacto del original, de obras de artistas próximos al arte conceptual, que han quedado en la Historia del arte como emblemáticas del movimiento en los años 60 y 70 del siglo XX. En la selección que hace el artista priman nombres como Joseph Kosuth, Cildo Meireles, Sherrie Levine o Marcel Broodthaers; también señala otros de manera numerosa (Luis Camnitzer, Liliana Porter), y cita a otros, cuya enumeración no deja de ser significativa: Yoko Ono, Henry Flynt, Horacio Zabala, Lawrence Weiner, Eleanor Antin, Alighiero e Boetti, Anthony Caro y Waltercio Caldas.



Una de las obras en la galería Cayón

La paradoja que salta a la vista es que el artista hace aquí, aparentemente, justo lo contrario de lo que pretendían muchos de los antes citados. Martí Cormand formaliza en arte "académico", lo que quería ser concepto puro, sin contaminación formal alguna. Lo fascinante del caso es que la habilidad de este artista, su dominio de la técnica del grafito y del difuminado, su percepción de las luces, su precisión detallista, su avidez de dominio de la materialidad de las cosas usadas originalmente, es decir, su mimesis formalista, no sólo adquiere una subyugante entidad en sí misma, que hace al espectador asomarse a las obras no sólo reconociéndolas, sino descubriendo en ellas matices y modos que antes se le habían pasado desapercibidos. Cormand cuestiona la supuesta pureza conceptual de aquéllas, sustituyéndola por un nuevo pensamiento artístico subversivo.



En ese sentido, resulta relevante que haga series interiores a las series, en las que parece que la obra de Kosuth, Levine o Meireles emerge desde la inexistencia a su materialidad como un mágico efecto propiedad del dibujo, como la confrontación que ha hecho en Cayón, en su espacio de Orfila, entre el One and Three Triangles de Kosuth y la versión de Cormand. Inevitablemente, chispea ante los ojos la presencia del original, como si de golpe cargase por efecto de la historia con aquello que se quería desprender, a la vez que la copia se alza "distinta" y adquiere significado propio no sólo como objeto, también como referencia.