Frame del vídeo Catoptrophilia

Galería Bacelos. Dr. Fourquet, 6. Madrid. Hasta el 4 de abril. De 1.700 a 10.000 euros.

La cataptrofilia, u obsesión por los espejos, es un claro síntoma de narcisismo pero también un poderoso símbolo que atraviesa la historia artística del género de la vanitas. Belleza y muerte se dan cita en el fondo del espejo, donde se esconde la verdad de la corruptibilidad de la carne, mientras en su superficie se produce la ilusión, en el reflejo, de la desmaterialización de la imagen. En realidad, nos recuerda David Ferrando Giraut, no existen las imágenes desmaterializadas; ni siquiera podemos atribuir esa cualidad a las mentales, pues surgen en un medio corpóreo.



"Dada nuestra condición de seres orgánicos, ¿de qué naturaleza son estas imágenes creadas por la mente?", se preguntaba el artista en el vídeo Loss, que presentó en su anterior exposición en la misma galería y que funciona como prólogo o primera entrega de esta reflexión sobre "la experiencia estética como herramienta cognitiva susceptible de acercarnos a una visión en profundidad de la realidad".



En esta ocasión, Ferrando Giraut acota ese amplio ámbito a un tipo de imagen concreto, la efigie o retrato realizado para inmortalizar la apariencia de una persona. Es una tipología de representación ligada en sus orígenes al arte funerario y a la existencia de ultratumba, la cual se supeditaba en diferentes culturas a la conservación de una reproducción fisionómica fiel. Una imagen mágica, cuya ejecución ha tenido siempre implicaciones socioeconómicas, pues la consecución de las materias primas más suntuosas y duraderas era sólo posible gracias a un orden social injusto, de dominación.



Hoy, afirma Ferrando Giraut, la explotación del medio natural y de la fuerza humana siguen en la base de la producción de las efigies contemporáneas, las que forjan nuestros aparatos electrónicos. Entre los componentes de prácticamente todos ellos encontramos la tantalita, obtenida de uno de los minerales más "sangrientos" de la Tierra, el coltán, que se extrae en buena parte en el Congo, en condiciones infrahumanas y en asociación con la corrupción y la guerra. Todos somos cómplices. Y todas las vanidosas efigies con las que pretendemos engañar al tiempo están mancilladas.



La exposición manifiesta esta incómoda realidad a través de un vídeo y seis impresiones digitales. Las imágenes son magnéticas, hipnóticas, y la eficaz música (compuesta en parte por el artista a partir de sonidos de campo grabados en minas) acompaña el giro incesante, maquinal, de un espejo egipcio del siglo XV a.C. (el "ojo de Hathor") y un iPhone Elite, el modelo más caro de la marca, los cuales reflejan en varias capas de profundidad una "genealogía de la imagen mineral" que arranca de Sumer y va saltando adelante y atrás en la historia, entre Egipto, Roma, el Renacimiento, la Europa del Absolutismo...



Se trata de una animación en 3D que utiliza recursos visuales del diseño virtual y de la exhibición de objetos lujosos, y que hace aparecer en diversas superficies las sucesivas "máscaras" de piedra, en un fantasmal y sofisticado juego de espejos que, como hacía el ojo de la diosa egipcia, nos someten a juicio. Es un gran trabajo de un artista que tiene mucho que decir.

David Ferrando Giraut (Negreira, La Coruña, 1978) estudió Bellas Artes en Valencia y ha cursado el máster en Fine Arts del Goldsmiths College, Londres, ciudad en la que vive. Ha expuesto en las galerías Visor (Valencia), The Green Parrot (Barcelona) y Bacelos (Vigo y Madrid), así como en el MACUF (La Coruña, 2011) y LABoral (Gijón, 2014). El año pasado obtuvo la Beca de producción DKV Seguros-Álvarez Margaride y una de las Ayudas BBVA a la Creación en Videoarte.