Uno de los carteles más famosos de las Guerrilla Girls, de 1985
El desembarco en Madrid de las Guerrilla Girls, "la conciencia del arte", como gustan denominarse, ha cumplido toda la parafernalia: rueda de prensa multitudinaria con gran impacto mediático y performance bajo las máscaras de "gorila" (como suena "guerrilla" en inglés). Un ritual reiterado desde su inclusión en la muestra principal de la Bienal de Venecia de 2005, gracias al comisariado de Rosa Martínez junto a María de Corral, que abrió una nueva etapa para este grupo de activistas feministas: con exposiciones en importantes espacios institucionales y su canonización en los manuales de historia del arte contemporáneo. Todo eso, hasta llegar a ocupar tópicamente el lugar del arte feminista, que es muy amplio y diverso.Sin embargo, frente a esta lectura interesada que pretende reducir el feminismo en el arte a un cromo y un periodo histórico del pasado, manipulación de la que las Guerrilla Girls no han podido escapar, el proyecto curatorial de Xabier Arakistain realizado para La Alhóndiga de Bilbao, desde donde itinera, y el sobrio montaje en Tabacalera bajo el popular cartelón ¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Met. Museum? inciden en su auténtico activismo todavía vigente, aunque la exposición se enmarque en las actividades de las Guerrilla Girls para celebrar 30 años desde su fundación.
Los 74 carteles desnudos, pegados a la pared, junto a documentos (fotografías, flyers, camisetas, etc.) y los vídeos contando su historia y su presente, se muestran como dispositivos para seguir alentando grupos de denuncia ante la situación de discriminación sexista en el arte y en la cultura visual.
El impacto neto del diseño gráfico de sus pósters con cifras y nombres y apellidos, su descaro y su humor corrosivo han servido de modelo a grupos de artivistas en todo el planeta. También su actitud transgresora y sujeta al castigo de la ley. Surgieron en Nueva York a mediados de los ochenta porque, a pesar del intenso embate de las artistas, críticas, comisarias e investigadoras durante los años 70, ya se constataba que la situación de las mujeres en el medio artístico apenas había cambiado, pese a que algunas pocas hubieran sido seleccionadas para el mainstream. Sus primeras acciones fueron pegatinas en buzones de correos (lo que en Estados Unidos está prohibido con elevadas multas) en los barrios de museos y galerías. De ahí su forzado anonimato, registrado en su primer impacto mediático en Village Voice, donde se preguntaban ¿Quiénes son las Guerrilla Girls?Las Guerrilla Girls insisten en que es en el arte y en la cultura visual donde los estereotipos sexistas siguen estando presentes
Artistas destacadas y otras no tanto, diseñadoras gráficas... las generaciones se han ido sucediendo bajo el anonimato de sus máscaras y los nombres adoptivos de célebres artistas ya fallecidas para su presentación en público, como en esta ocasión "Frida Kahlo" y "Kathe Kollwitz". El número de mujeres que han colaborado es incalculable, pero podemos suponer que todas pertenecen a la Art Table, la organización más importante de mujeres profesionales en las artes visuales en Estados Unidos, que agrupa con todas sus ramificaciones a treinta mil. Una organización que premió a las Guerrilla Girls y que desde 2005 sí está modificando el mundo del arte, con sus articulaciones de influencia en Europa y otras partes del mundo, lo que está produciendo que el número y la relevancia de artistas mujeres en bienales, museos históricos y contemporáneos esté comenzando, por fin, a notarse. Aunque esta tendencia no termine de llegar a nuestro país.
En el vídeo grabado en 1992, una de las Guerrilla Girls asegura: "tenemos espías en todas partes". De ahí los porcentajes que fueron escupiendo sobre museos, galerías y coleccionistas. A pesar de que hayan pasado más de dos décadas, espeluzna comprobar cómo son las mismas cifras de desigualdad por discriminación sexista que hoy perfilan el medio artístico en España. Como denunciaban aquellos carteles, todavía en muchas de nuestras galerías "menos del 10% de las obras expuestas, o absolutamente ninguna, son de mujeres artistas". Y siendo optimistas, "las mujeres artistas tan sólo ganan 1/3 de lo que ganan los hombres". Cifras semejantes a los informes elaborados por el Observatorio de la asociación MAV (Mujeres en las Artes Visuales), que colabora con visitas guiadas todos los sábados por la mañana hasta la clausura de la exposición.
Las Guerrilla Girls, declaradas herederas del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos y siempre defensoras de las minorías (además de la minoría mayoritaria de las mujeres, también de la raza negra y de gays y lesbianas), han sido criticadas por reducir su denuncia a la falta de igualdad de oportunidades solamente en el medio artístico. Como dice Arakis, han evidenciado "la ficción de las nociones de genio y de obra maestra" y del neutro criterio de calidad. No es cierto. Como muestra, un botón: desde su activismo feminista han criticado leyes restrictivas sobre el aborto ("Las Guerrilla Girls demandan la vuelta a los valores tradicionales sobre el aborto: Antes de mediados del siglo XIX el aborto en los primeros meses de embarazo era legal. De hecho, la Iglesia católica no lo prohibió hasta 1869"). Con el tiempo, también han lanzado alegatos ecologistas y referencias a sociedades no occidentales.
Pero, sobre todo, han insistido en que precisamente es en el arte y en la cultura visual donde los estereotipos sexistas siguen estando más presentes, en comparación con cualquier otro ámbito laboral como, por ejemplo, el reparto por sexos en las compañías de transportes. Con las consecuencias nefastas que se derivan para nuestra escala de valores.