Lugar entre, 2012
En el último lustro en Andalucía, sin duda uno de los lugares que ha cobrado más interés en relación con el arte contemporáneo es el ECCO (Espacio de Creación Contemporánea) de Cádiz, un centro discreto que ajustado a los tiempos que corren y sin grandes fastos ha conseguido consolidar una programación seria, atractiva y continuada. Además de proponer exposiciones, la mayoría a gente joven menor de cuarenta años, y volcarse en generar actividades con el público infantil, ha logrado afianzar una residencia internacional de artistas como Línea de Costa, plataforma gestionada por el colectivo Los Vendaval que se ha convertido en poco tiempo en una referencia en el sur.De las muestras individuales que pueden visitarse ahora, una de las más interesantes es la de Almudena Lobera (Madrid, 1984), una sugerente selección de trabajos que hace especial hincapié en varios aspectos recurrentes de su breve pero intensa trayectoria, caso de las posibilidades de materialización de ideas abstractas a través de lo visual o la mezcla entre modo de representación y motivo representado, un juego tautológico convertido en estructura de conocimiento que invita al espectador a participar de una experiencia compleja que al mismo tiempo que lo implica, le hace pensar. Las obras se distribuyen a lo largo de un cuidado montaje que contribuye a reforzar los distintos argumentos que desarrolla la artista madrileña, que en los últimos años ha evolucionado desde el dibujo a la instalación para ir ganando en complejidad conceptual hasta situarse como uno de los valores del panorama español actual.
El recorrido comienza con dos piezas ilustrativas: un autorretrato doble como Lugar entre (2012) donde el borde separado de la imagen crea un intersticio indeterminado que trasciende la frontera habitual de una fotografía, y Vidente (2012), un recorte minúsculo de prensa que atañe a alguien capaz de ver más allá, de distinguir lo inadvertido. Las dos alusiones son intencionadamente biográficas. A continuación nos muestra Lectura superficial (2013), una reflexión donde los libros, contenderos de palabras e ideas, se convierten en objetos. En esta nave la propuesta más escenográfica es la video-instalación Un espectáculo para la vista (2011), habitación que recrea una playa donde el visitante se convierte en parte activa de lo que contempla.
La segunda parte de la exposición se centra en la consecución de la perspectiva y la generación de mecanismos vinculados a la producción de imágenes, relacionados con los modos de mirar que tal como comenta Eva Schmidt han sido retomados desde los 90 por algunos autores posminimalistas o posconceptuales como Hans-Peter Feldmann o Rodney Graham. Quizás los trabajos más contundentes aquí son la exquisita instalación La región de lo posible (2013) y La Reconquista del espacio (2013). En ambas, el espacio se transforma en un lugar imaginario que se mueve entre lo sensitivo y lo filosófico, una superación del cuadro-ventana que nace en el Renacimiento y se prolonga en la tradición de la pintura de caballete que tambaleó Duchamp, el primero que sobrepasa los límites del marco y entiende que las cosas también pueden ser su propio contexto.