Vista de la muestra Trampa mental
Él no para de decirlo. En eso no hay ni trampa ni cartón. Lo pinta, lo colorea, lo esculpe y lo escupe. Lo compone y lo entona, en especial, en su último álbum, Mind Trap, 16 canciones dedicadas al cebo mental. Gran escondite que Martin Creed (Wakefield, Reino Unido, 1968) ha convertido con los años en su gran tema. Porque de eso es de lo que habla: de la imposibilidad de disociar emociones de racionamientos, de lo absurdo que es huir de las resistencias de la mente. De cosas. Cosas que nos pasan, cosas que sentimos, cosas que escapan a nuestro control. Creed celebra que la mente nos engaña y que tiene para nosotros destinos inesperados. Una obra rigurosamente lógica e intuitivamente emocional.La vemos ahora en la galería Javier López, que desde hace unos años está instalada a las afueras de Madrid, cerca del parque nacional del Monte de El Pardo, en La Florida. No es un espacio fácil ni de paso, y seguramente esa idea de escondrijo, un poco imposible, es lo que más ha fascinado a Martin Creed. También la idea de efeméride. Hace 20 años, cuando esta misma galería abrió sus puertas en Londres, inauguraba con Ongoing Projects y sus primeras obras más experimentales. Era 1995, año en que Creed hizo la famosa bola de papel arrugado, su Work N°.88, presente en su última exposición en Madrid, en la Sala Alcalá 31.
Aquí vemos las últimas, como los murales que expuso el año pasado en su retrospectiva en la Hayward Gallery de Londres. También paisajes, naturalezas muertas y juegos geométricos. Y parte de su serie de retratos a personajes conocidos, en este caso, Julio Iglesias, Demis Roussos o su admirada María Dolores Pradera. Y sí, hay algo musical en toda la exposición. Todo se acopla y está en desequilibrio como en sus canciones. Su desenfoque de los lugares comunes hace que lo aparentemente insustancial esté cargado de sentido. Pensamientos, sentimientos, personas y cosas. Lo singular elevado a la enésima potencia.