Vista de la exposición en la galería Juana de Aizpuru

Galería Juana de Aizpuru. Barquillo, 44. Madrid. Hasta el 30 de noviembre. De 9.000 a 35.000€

En plena euforia del imperio de la tecnología y abundando en la exploración de lo que durante la Modernidad había quedado en los márgenes o lo que había parecido "insignificante" (viejos archivos, relatos personales y narraciones poscoloniales), hoy jóvenes artistas han encontrado fuente de inspiración en la pseudo-ciencia, la ciencia-ficción y los sucesos paranormales.



Entre los primeros que empezaron a explorar este terreno están los artistas lisboetas João Maria Gusmão (1979) y Pedro Paiva (1977), un dúo formado en 2001, cuya serie inicial De Paramnesia ya abordaba experiencias anómalas de percepción, entre el inconsciente y el déjà vu. A ella le siguió una serie de filmes mudos, Magneticum Effluvium, acompañada por la edición de una revista donde comenzaron a mostrar un amplio campo referencial, desde los presocráticos atomistas a los filósofos de la epistemología en el siglo XVIII, sin olvidar a literatos fantásticos como Julio Verne, Wells, Borges y Poe, antropólogos, mitólogos y naturalistas, con que construyeron lo que denominan "poéticas ficciones filosóficas". Son relatos ambiguos de indecidibilidad visual y cognitiva que cuestionan, con humor, las contradicciones del discurso homogéneo omnipresente en los media.



La de estos dos artistas es una carrera que logra proyección internacional a partir de su representación de Portugal en la 53ª Bienal de Venecia de 2009 y la fundación, junto a otros amigos, de la Sociedad Internacional de Abissologia, "una plataforma de producción, edición y promoción" de esta ciencia dispar, la "abismología", neologismo creado por el novelista René Daumal (1900-1944), que abundó en la tradición francesa de poetas, de Baudelaire a Michaux, proclives a la ingesta de sustancias alucinógenas para alterar su percepción de la realidad y alcanzar otro nivel de conocimiento. Gusmão & Paiva la interpretan en algunas de sus fotografías, instalaciones, esculturas, cortometrajes y en la edición de libros. El último en publicarse es Teoría extraterrestre, que recoge su producción (y fuentes) en los últimos años, desde la exposición Alien Theory en Le Plateau de París en 2011 a Papagayo, comisariada por Vicente Todolí para Hangar Biccoca en Milán y el Camden Arts Centre en Londres. También han celebrado exposiciones en Estados Unidos y Latinoamérica. En nuestro país, hemos seguido su trayectoria de cerca desde su individual en Matadero en 2008, los paradójicos y patafísicos cortometrajes de Gusmão & Paiva se han incluido en las colectivas que han ido perfilando este nuevo territorio, como Parangolé ese mismo año, Estación experimental -que pudo verse en CA2M y Laboral entre 2011 y 2012- y Ver (re-velar), actualmente en el MUSAC de León.



Detalle de la escultura Ice Hole, 2015

Pero si su producción fílmica es bastante conocida aquí, sin embargo, quedaba hasta ahora ignota su producción en escultura, por lo que hay que agradecer una vez más a Juana de Aizpuru que asuma como galerista lo que entenderíamos de responsabilidad institucional. Precisamente este verano, bajo el título The Missing Hipopotamus, se presentó en Colonia, en el Kölnischer Kunstverein, la instalación de una cámara oscura y sólo algunas más de las mismas piezas que podemos ver ahora en Madrid. A diferencia de la alemana, en esta exposición, concebida como una instalación en conjunto, se presentan casi cuarenta obras entre fotografías y esculturas, estableciendo una feliz correspondencia entre ellas. Las supuestas fotografías de los coloristas y vaporosos pañuelos y manteles a cuadros prestan uniformidad y variedad al generoso despliegue de esculturas de bronce patinadas en negro, de estilo infantil y surrealizante, sobre las que flota en el aire el humor blanco del non sense.



Capitaneadas por la cabeza del tramposo caballo de Troya, en este bosque heterogéneo de animales, humanos y objetos cotidianos y triviales, hay alusiones reconocibles a la historia de la escultura vanguardista, al cubismo y las maquetas de Giacometti y los juguetes de Miró, pasados por una versión cartoon en blanco y negro. También vemos ecos del pop sucio del Mouse de Oldenburg y comas gigantes, ese signo lingüístico que separa y reúne, y aquí casi interroga. Y, sumándose a esta genealogía, una camiseta publicitando la propia Abissologia.



Algunas obras son autorreferenciales, comenzando por el proyector cinematográfico, con su pesada y alargada proyección piramidal, y la sartén sobre la que se saltea un huevo, trasunto de uno de sus filmes más conocidos, Fried Egg de la serie On Meteorics que, superponiendo tres registros de la misma acción parecía demostrar la división de partículas defendida por los atomistas griegos. En esta introducción de la animación en la escultura, mi preferida es el silbato tentempié Narcissist Duck, cuyas huellas en el plano nos hacen imaginarlo golpeándose el pico sobre la tierra una y otra vez. Una exposición más que divertida.



@_rociodelavilla