Vista de la exposición El tambor en el bosque
Álvaro Negro (Lalin, 1973) se ha distinguido por ser de los artistas que más profundamente ha reflexionado sobre la naturaleza y la práctica de la pintura. Y lo hace desde un horizonte en el que compagina la mirada con la visión cinematográfica y la contemplación estática con la imagen en movimiento. El suyo es un entendimiento que coincide con el de otros artistas internacionales que han ampliado la noción de lo pintado hasta límites extraordinariamente alejados de lo que fueron las pautas de su constitución como tal.En casi veinte años de trayectoria no se ha prodigado mucho en exposiciones individuales,poco más de una docena en lo que va de siglo, quizás porque estas responden a proyectos concretos, cerrados en unos casos, en proceso otros, como es el caso de esta exposición en F2.
El tambor en el bosque es la prolongación o despliegue derivado de una obra de 2011, Naturaleza! Estás soa, realizada en Monteagudo, un rincón boscoso de la Galicia rural. Allí, el escultor alemán Ulrich Rückreim instaló, en su momento de mayor celebridad mundial, cuatro piezas, entre ellas dos columnas que marcan la entrada y salida del bosque. En el sitio de una de ellas Negro filmó de la primavera al invierno los cambios de luz y los movimientos del bosque en una toma fija que tenía por centro la columna.
Lo que ahora muestra, en una exposición de austero pero significativo montaje que activa el espacio de la galería, es una sucesión de propuestas surgidas de la experiencia personal del artista y de su conciencia perceptiva. Las principales obras, por su tamaño y presencia, son dos cuadros mellizos; uno realizado con óleo sobre lino y de más de tres metros de largo, que recoge el paisaje de la columna. Cabría pensar que está extraído de uno de los frames del vídeo pero el propio artista avisa que si bien la filmación fue una guía para el encuadre y el color, el cuadro surge de su propia experiencia física, que trata más de cómo la pintura nos hace ver que de cómo nos hace representar.
La obra Columna I, 2012-2015
Y de centrarse en el paisaje pasa a revisar cómo vemos el paisaje desde la arquitectura, cómo este atraviesa el marco de la ventana para introducirse en el espacio interior en dos filmaciones en una casa del arquitecto italiano Vitorio Gregotti, abandonada antes de su conclusión, y que se proyectan sobre unos diminutos paneles de pizarra articulados en el suelo.
Tenemos, pues, diferentes elementos y distintos procedimientos con los que abordar tanto nuestra posición frente a la naturaleza y las cosas, como hacia las transformaciones que la escultura y la arquitectura inducen en el espacio que ocupan. A esto se suman las distintas maneras de exposición que Álvaro Negro ha explorado tanto en una casa de campo con luz natural como trasladado al cubo blanco de la galería y sus focos. Una de las muestras más convincentes del autor y una de las exposiciones más sugerentes vistas en lo que va de temporada.