Zineb Sedira: The Lovers I, 2008

IVAM. Guillem de Castro, 118. Valencia. Hasta el 3 de julio

Con Entre el mito y el espanto. El Mediterráneo como conflicto la dirección del IVAM inicia uno de los programas destinados a configurar la identidad del centro. La muestra, comisariada por José Miguel G. Cortés, reúne a casi una treintena de nombres internacionales, algunos de ellos desconocidos entre nosotros, o casi, en torno a dos capítulos distintos y contrapuestos.



El primero, "el mito", se conforma con obras del siglo pasado que simbolizan la visión sostenida del mundo mediterráneo en los inicios de éste y en el siglo que le precedió como un lugar exótico, curativo y placentero para el desarrollo de la vida por encima de cualquier otra consideración. El segundo, "el espanto", recorre los conflictos, las disensiones, los problemas y enfrentamientos que lo hacen hoy un lugar de incomprensión y de muerte.



Sorprende, además, la extraordinaria puntualidad de la exposición, que se inaugura justo en unos momentos en que la cuenca del mediterráneo se enfrenta a una situación especialmente frágil y delicada. La muestra se abre con una pieza sonora, la lectura del célebre poema de Constantino Kavafis, Esperando a los bárbaros, que resume el temor y la esperanza de la llegada de "los otros", esa arribada de los diferentes que tiene su lectura actual en la crisis de los migrantes.



Desde ese punto se accede a la sala dedicada al primer capítulo que reúne, a espaldas de un delicioso dibujo del Picasso clásico de los años treinta, pinturas marinas de Joaquín Sorolla e Ignacio Pinazo, paisajes de Mir y de Sunyer e interpretaciones abstractas de Nicolas de Stäel. También hay escenas orientales de Antonio Muñoz Degrain y un impactante conjunto de fotografías de Wilhelm von Gloeden -sus muchachos de Taormina, jóvenes de la isla que sirvieron de modelos a su reconstrucción a finales del XIX de una Antigüedad ideal-, y del también alemán Herbert List, fascinado por Olimpia y Delfos. No tiene precio la fotografía de "Tagara", una bailarina de esbeltas piernas desnudas sentada junto a un viejo que sostiene el escudo preconstitucional español como señuelo, del húngaro Nicolas Muller, que vivió en el protectorado español de Tánger. Y como guiño y advertencia de lo que viene después están los vídeos de Rogelio López Cuenca que rompen esa idílica versión de la realidad.



Mathieu Pernot: Le Feu, 2013

Frente al pequeño dibujo de Picasso, Los luchadores, se suceden las cuatro salas restantes en las que no hay una subdivisión en capítulos cerrados sino la confluencia de obras de distintos artistas. Muchos de ellos nacidos en países mediterráneos, pero exiliados, emigrados o huidos de sus respectivos puntos de origen, que abordan distintas áreas temáticas cuyo denominador común es la conjunción de conflicto y temor.



Así, por ejemplo, en la primera sala Sergio Belinchón, Xavier Arenós y Adrian Paci nos hablan de las fronteras. Ya sea con el ambiguo simulacro de "salto de la valla" de Avalancha de Belinchón o con el kafkiano castillo en que Arenós convierte Schengen, hoy en peligro. Con mayor contundencia denuncia Paci con esos migrantes-prisioneros que se agolpan en la escalerilla de un avión que da a un vacío sin vuelo ni esperanzas, mientras prosigue la vida normal del aeropuerto. De él son también las reveladoras fotografías de emigrantes albaneses retratados ante la imagen en blanco y negro de las casas que abandonaron al marchar a Italia. Más adelante, la marroquí Bouchra Khalili trazará las rutas de la emigración en sus conmovedoras "constelaciones".



Hay una ambigua belleza en las escenas que recogen la franco-marroquí Yto Barrada y la argelina Zineb Sedira. Mientras que Montserrat Soto, Mohamed Bourouissa y el francés Mathie Pernot reflejan las vidas de los trabajadores "invisibles" de los invernaderos almerienses, escenas de la banlieue parisina o los ocultos cuerpos de los emigrantes afganos tirados en las calles de distintas ciudades.



Los conflictos palestino-israelí y la guerra del Líbano se constatan en las colecciones de torres de vigilancia israelíes de Taysir Batniji y en la más sarcástica de sus ofertas "inmobiliarias" de casas de la franja de Gaza destruidas en la Operación Plomo Fundido y en los archivos de The Atlas Group y Walid Raad. No puedo no destacar los vídeos de Akram Zaatari, Nature Morte, quizás la obra que más me ha impactado, que encara el fenómeno terrorista desde una entrañable y tranquila escena doméstica preñada de violencia, así como Letter to Samir que refleja los medios de intercambio y comunicación clandestina de los prisioneros palestinos.



La exposición se cierra con la triple proyección documental de Ursula Bilmann sobre el Sahara y las rutas de migración del Magreb.