Obra de Ibon Aramberri

CentroCentro. Plaza de Cibeles, 1. Madrid. Hasta el 28 de agosto.

Una idea de Europa "como una promesa, un lo que debe venir, lo que tendrá que ser, lo que queramos que exista, pero siempre argumentado de modo impreciso, inconcluso". En la nota introductoria de Lo inconmensurable, se esboza por primera vez la línea que guiará la programación de CentroCentro, el enorme contenedor municipal que, sin director, es regido por Santiago Eraso desde Madrid Destino. A espera (larguísima) de conocer en detalle los planes del Ayuntamiento para sus principales infraestructuras culturales, hemos de contentarnos con esta declaración de intenciones y con un único adelanto de lo que vendrá: para PHotoEspaña, Fotografía europea de retrato desde 1990. Cibeles desea imprimir un sello ideológico a su oferta que propicie el "replanteamiento de un cuadro de valores" pero lo cierto es que Lo inconmensurable se limita a una colección particular, la de videoarte de Emilio Pi y Helena Fernandino, dando continuidad a la línea de exposiciones Mecenazgo al servicio del arte que ha llevado a esta sala obras de la Casa de Alba, Helga de Alvear, los Masaveu, Juan Abelló y Carlos Rosón.



La imposición de un "filtro" temático, por parte de los comisarios Aimar Arriola y Soledad Gutiérrez, a la colección Pi-Fernandino tiene su antecedente en el enfoque se aplicó a la de Rosón en Arquitecturas y espacios en la colección RAC (2015)... sólo que en esa selección, tampoco muy atinada, tenía más sentido dado que los asuntos elegidos sí eran relevantes en el conjunto.



Sucede que se han querido combinar dos modelos de exposición muy diferentes y, en cierto sentido, hasta contrapuestos. Y el resultado es casi por fuerza imperfecto. Ni el argumento queda bien expresado, por las limitaciones que fija el contenido de la colección (que es amplia pero, lógicamente, no abarca todas las mejores "ilustraciones" de la idea) ni la colección queda bien representada, por las constricciones del guión temático.



Una de las salas de CentroCentro

La colección Pi-Fernandino, que se ha mostrado en ciclos de vídeo o en exposiciones en el Reina Sofía, el Museo Vostell, el CA2M, el Museo Lázaro Galdiano e incluso aquí, en CentroCentro, en el contexto del festival Madatac (2014), no es en absoluto desconocida. Integra 300 obras entre instalaciones, videoproyecciones y monocanal, y un archivo de más de mil obras en edición limitada y compilaciones. Recibió en 2010 el premio al coleccionismo particular de ARCO y hasta tiene (apreciable rareza) página web (www.pfplatform.com). Pero todas las obras expuestas podrían haberse conseguido de los artistas, las galerías que los representan o las distribuidoras de vídeo, sin necesidad de ceder un espacio público a un comprador privado y contando con un abanico de miradas más amplio. Aunque sería más caro y más trabajoso, claro.



Los comisarios agravan los males de partida al renunciar, en esa tónica de lo "impreciso" e "inconcluso", a dar una estructura narrativa más clara, que tenga un desarrollo ordenado en el espacio, y proponen tres capítulos dispersos: sobre el presente (migración, fronteras), que es el más consistente, sobre la historia y un tercero sobre no se sabe qué (poéticas del cuerpo, afectividad de las imágenes) que permite incluir piezas que no vendrían al caso, como las de Chris Marker o Tacita Dean. Hay en la colección muchos nombres sonados pero aquí no siempre se ha preferido (lo manda el guión) a los mejores artistas o, sobre todo, las mejores obras. Con todo, la muestra merece la visita y esfuerzo de atar los tan sueltos cabos, y dedicar el tiempo necesario al Respite de Harun Farocki o al archivo Mad Marginal de Dora García, aunque tenga tan marginal relación con el tema a explorar.



@ElenaVozmediano