Obra de Vladislav Shapovalov: The Republic of Lizards

CentroCentro. Plaza de Cibeles, 1. Madrid. Hasta el 29 de enero.

Tras Lo inconmensurable y Rostros. Fotografía europea de retrato desde 1990, esta tercera entrega en la línea de programación de CentroCentro sobre "la idea de Europa", puesta en marcha la pasada primavera, podría ser la última. El abandono de Santiago Eraso, director de Contenidos y Espacios culturales de Madrid Destino, deja de nuevo sin rumbo al inmenso contenedor de Cibeles. La exposición, ambiciosa en el concepto y modesta en los medios, utiliza el "método Atlas" de Aby Warburg (el rastreo a través de imágenes de todos los tiempos de constantes formales que sacan a la luz tramas culturales) para analizar cómo las ruinas clásicas cimentaron la identidad europea, el canon que determinó la representación del cuerpo, el mapa turístico del continente, la formación de las colecciones arqueológicas y el nacimiento de la Historia del Arte. Todo ello contrapunteado con miradas marginales e incluso aberrantes sobre esos mismos ejes "civilizadores", también en la historia literaria y visual de Europa.



Porque la muestra se estructura mediante el diálogo entre libros antiguos y modernos, de un lado, y estampas, fotografías, vídeos e instalaciones de otro, del siglo XVI a hoy, sin orden cronológico pero con una lógica argumental e iconográfica que queda clara si se van leyendo las completas guías de sala. Luego, el recorrido pone a esa Europa que se creyó ombligo del mundo en contexto a través de otredades culturales, dentro y fuera de sus fronteras, y lo hace sin perder el hilo ruinoso, que entreteje conexiones hacia la economía colonial y los exotismos de variado pelaje. Y se cierra con las ruinas contemporáneas, las provocadas por el sueño de la razón y las guerras, que ya no son canónicas o románticas.



Se podría decir que Atlas (de las ruinas) de Europa es sobrina (más que prima hermana) de Tratados de paz, la exposición central de San Sebastián 2016 que se acaba de clausurar; recordemos que Santiago Eraso fue su promotor y Pedro G. Romero, cuyas obras tienen una presencia destacada en esta muestra de Madrid, su comisario. Echa mano (libre), como aquélla, del patrimonio artístico y documental, aunque con un presupuesto muy inferior que obliga a prescindir de cuadros y a escoger obras bibliográficas en las grandes colecciones cercanas (Biblioteca Nacional, Academia de San Fernando, Museo del Prado, Museo Nacional de Antropología…), lo que se ha hecho con la solvencia que aporta José Riello, uno de los comisarios y experto en literatura artística de la Edad Moderna. Lo que es inaceptable es que cuando no podían disponer de una obra relevante para el discurso la hayan sustituido por una reproducción; y es algo que no sucede una o dos veces sino unas 25. Sí, Warburg compuso su Atlas con reproducciones... pero esto es una exposición, y esperamos ver originales; si no fuera así, nos valdría una web.



La otra comisaria es Julia Morandeira, investigadora adscrita como su colega Aimar Arriola (Lo inconmensurable) al colectivo Declinación Magnética e interesada por la teoría postcolonial, que por aquí asoma. Los artistas vivos participantes están en esta onda y junto a Esther Ferrer, Jorge Ribalta, Kader Attia o Martin Parr (éste solo con libros de fotografía) tienen el mayor protagonismo otros más jóvenes, algunos demasiado, que practican la pesquisa histórica/geográfica, como Jeleton, C.A.S.I.T.A., Pablo Bronstein, Ivan Argote, Abel Jaramillo o Irene Mohedano.



@ElenaVozmediano