Rivane Neuenschwander: Nestor o destatuador (Zé Carioca No. 13), 2003 (detalle)

Fundación Banco Santander. Sala de arte Santander. Avenida de Cantabria, 2. Boadilla del Monte (Madrid). Hasta el 11 de junio

La Fundación Banco Santander ha elegido para su muestra anual de colecciones privadas de arte contemporáneo la Colección Isabel y Agustín Coppel, CIAC, que ha sido galardonada en la recién clausurada edición de ARCO. No es la primera vez que se expone en nuestro país, ya que en 2009 el TEA de Tenerife trajo la selección que se había realizado en la Maison Rouge de París, bajo el título México: Expected/Unexpected, y que supuso su primera exposición en Europa. Pero desde entonces su proyección ha sido impresionante. En 2014, cuando la colección ya contaba con más de mil quinientas piezas, los Coppel fueron incluidos en el Top 200 de coleccionistas más activos elaborado por Artnews. Aunque este joven matrimonio mexicano prefiere conservar un perfil bajo y ser conocidos más por su talante colaborativo con instituciones, su apoyo directo a costosos proyectos de artistas y su labor educativa, con publicaciones y organización de eventos teóricos.



En los años noventa, comenzaron adquiriendo obras de artistas mexicanos de mediados del siglo XX, pero pronto se pasarían al arte contemporáneo internacional. Como puede apreciarse en esta exposición, la colección contiene importantes referencias de los años sesenta, por ejemplo, Fontana, Rotella, Boetti y Beuys, que marcan los antecedentes últimos de una colección que podemos considerar ya del siglo XXI.



Abraham Cruzvillegas: Autorretrato ciego leyendo..., 2015

Esta apremiante actualidad es subrayada por los cinco temas elegidos por los comisarios Magnolia de la Garza y Patrick Charpenel: pedagogía, identidad, territorio, comunidad y economía, para agrupar ciento veinte obras de casi sesenta artistas. Y sobre todo, por su tratamiento abierto y flexible, complejo e híbrido. Al cabo, la noción de mestizaje -con interesantes referencias a teóricos latinoamericanos poscoloniales en estos campos- funciona como la matriz de la poética comunicativa, de intercambio y aprendizaje, que parece guiar sus acertadas adquisiciones, en general, poco manidas y con algunas piezas muy importantes, como la impresionante instalación que se ha propiciado con las dos obras monumentales Espíritu Santo y La Bella y la Bestia del escultor brasileño Tunga, que expresan una tensión absoluta entre poder y deseo y que sirven de portada para esta exposición, que continua después con formas y conceptos más fluidos. Lo que es favorecido por un novedoso montaje museográfico, inspirado en los Metaesquemas de Helio Oiticica, con un plano de muros en diagonales de cuarenta y cinco grados, muy adecuado para este espacio.



La siguiente gran pieza es la Curva de aprendizaje, 1993, de Gary Hill, al parecer la primera que adquirieron de arte contemporáneo: un alargado pupitre escolar cuyo horizonte culmina en la proyección de una ola continua, que por sí sola ya merece la visita. También sorprende el tratamiento de la recurrente "identidad", aquí con tópicas obras de Pistoletto, Cindy Sherman y Wolfgang Tillman, a las que se suman imágenes poco conocidas de Diane Arbus, y las interesantísimas fotografías del alemán Umbo y de Anne Collier. Se nota que los Coppel no se pierden Documenta ni ninguna Bienal ni feria relevante, y pueden y saben elegir.



Bruce Nauman: Doble dedo en el ojo, 1985

Otra sorpresa, pero esta vez menos agradable, es comprobar que aunque en los últimos años han adquirido probablemente en ARCO obra de artistas españoles como Juan Muñoz, Ignasi Aballí, Cristina Lucas o García-Alix, ninguno se encuentra en la muestra. Quizás la decisión ha sido bienintencionada, suponiendo que son piezas muy vistas aquí, pero resulta extraña esta exclusión cuando se está presentando un amplio mosaico internacional. Donde, por supuesto, predomina la presencia de artistas mexicanos, como Carlos Amorales, Ulises Carrión, Gabriel Orozco, Damián Ortega, y los jóvenes Mario García Torres, Fritzia Irízar Rojo y Fernando Ortega, además de Abraham Cruzvillegas, con un gran mural y dos importantes esculturas- collage, y el muy conocido artista belga residente en México Francis Alÿs.



De Latinoamérica, además, destacan las obras de artistas brasileños, comenzando con una pequeña pero siempre definitiva pieza de Lygia Clark, pero también de generaciones posteriores, como Fernanda Gomes, la colaborativa Rivane Neuenschwander y los más jóvenes Angela Detanico & Rafael Lain. Es muy buena la escultura de la portuguesa Leonor Antunes inspirada en la arquitecta brasileña Lina Bo Bardi, a la que se suma su absolutamente maravillosa instalación que parte del trabajo de otra diseñadora del movimiento moderno, la cubana Clara Porset. Curiosamente, la crítica social más expresiva está representada por los estadounidenses David Hammons, Stephen Shore y Sharon Hayes.



@_rociodelavilla