Carlos Osorio: La cerrada de mujeres de la Cadellana (detalle), 1974-1975
Aquí hay tema. Demasiado. Alfredo Aracil lleva años investigando sobre las producciones culturales vinculadas a la reforma psiquiátrica que toma fuerza, con tintes políticos, en las postrimerías del franquismo y mantiene su vigencia hoy. Sobre ellas alimenta un archivo multiforme, avanza en su tesis doctoral y prepara un libro. Apuntes para una psiquiatría destructiva es un mínimo aperitivo de la gran revisión expositiva aún por hacer.A pesar de que ya no es requisito, el hecho de que la muestra tenga como sede la Sala de Arte Joven -quizá también la juventud del comisario- ha inclinado, con lógica, la selección de artistas hacia los de poco recorrido. Para que se hagan idea, tres de ellos fueron seleccionados el año pasado en Intransit. Y, bien, es grato comprobar que los jóvenes artistas se interesan por asuntos de calado, a pesar de que a algunos les falte fondo. Cada uno de ellos aborda un supuesto trastorno, médico (Ferreira, Garrido) o social (Anguita, Bauchwitz), un protocolo clínico (Iglesias), un comportamiento asociado al internamiento (Golas) o incluso un hito en la antipsiquiatría (Ferrete, que devuelve la voz a Francesc Tosquelles), con un enfoque general que esquiva los tópicos románticos sobre el arte y la locura y que, si bien incorpora al colectivo "mixto" La Rara Troupe, deja de lado la producción de enfermos mentales o artistas marginales (esferas distintas que en ocasiones se tocan), tan en boga en los últimos años: piensen, por ejemplo, en las varias exposiciones que les ha dedicado el Museo Reina Sofía (Martín Ramírez, James Castle, Judith Scott), el protagonismo que tuvieron en la Bienal de Venecia de Gioni o la existencia de una feria de arte outsider en París y en Nueva York.
Dora García: El helicóptero (detalle), 2016
Participa una única artista de una generación intermedia, Dora García, que, aunque es central en el tema de la investigación, aporta una obra poco convincente, Segunda vez, repetición de un happening del psicoanalista Oscar Masotta. Tal vez haya pesado en esta elección el hecho de que su proyecto El café de las voces, más pertinente, haya estado en Madrid hace poco. Como también se expuso y no se incluye ahora la mejor de todas las recreaciones que conozco del arte en la alteridad y el internamiento, Ríen los dioses, de Paula Rubio Infante. Es en fin, como decía, mucho tema para este contexto. Quedamos a la espera de más.
@ElenaVozmediano