Ernesto Neto: El cuerpo consciente se disloca volador, 2017

Galería Elvira González. Hermanos Álvarez Quintero, 1. Madrid. Hasta el 13 de mayo

Si cerráramos los ojos, haríamos un viaje geográfico y por los usos culturales del mundo: el olor sutil de la grava y de setas chinas que evocan el Pacífico; cúrcuma, comino, clavo y pimienta negra penetrantes, habituales en las gastronomías del hemisferio sur; y la humedad acre del liquen en los mares del norte. Sin embargo, por envolventes que sean estos aromas, solo son uno de los componentes en las tres propuestas visuales instaladas por Pae White, Ernesto Neto y Olafur Eliasson en la nueva y espléndida sede de la galería Elvira González.



Nos cuentan que hacía tiempo que querían dedicar una exposición a obras que conjugaran la percepción visual con el sentido del olfato. Intención nada impostada en esta decana galería madrileña, conocida por su irrenunciable búsqueda de la forma bella, más allá de modas, estilos y periodos. Una línea que une sus muestras de arte prehistórico y primitivo con esta excelente y muy equilibrada exposición contemporánea, con su denegación del formalismo ascético imperante durante la Modernidad. Aquel ascetismo suponía en la percepción estética la distancia y mediación de los sentidos nobles, vista y oído; frente al contacto material necesario en los otros sentidos, como el gusto y el olfato, cuyas experiencias brutales se adscribían al populacho ignorante.



Pero esa frontera acabó de derribarse durante los años sesenta del pasado siglo, década en la que nacen los tres artistas de esta exposición que poco o nada tienen que ver con el body art, la abyección o la sexualidad, pero que pueden incorporar este elemento olfativo en su trabajo con normalidad. En esta exposición, en realidad establecen una interesante conversación sobre el transcurso del tiempo y el sentido de lo efímero desde tres perspectivas teñidas, gracias al olor, de sensible inmediatez emocional.



Olafur Eliasson: Moss wall (detalle), 1994

Siete jóvenes han estado trabajando durante una semana para completar el gran mural de Olafur Eliasson (Copenhague, 1967), que ha enviado desde Islandia cajas de liquen de los renos (cladoniarangiferina), con capacidad de recuperar sus propiedades al volver a hidratarse. La pieza es un mudo grito ecologista inspirado en sus experiencias en el país de sus padres y que, con su traspaso formal minimalista y extraño hedor marino, aspira a alcanzar a tocar al público. Fue creada en 1994, periodo en el que Eliasson también realiza una serie de fotografías de musgos, y ha sido exhibida recientemente en Leeum, Samsung Museumof Art de Seúl y en el Moderna Museet de Estocolmo, por lo que es todo un lujo poder disfrutar todo su poder evocador en Madrid.



A escala humana, la cuestión de la convulsa ansiedad es, quizá, la invocada por Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964) en esta instalación de resonancias antropomórficas: El cuerpo consciente se disloca volador. Pero la intensidad picante de las especias suspendidas entre las fuerzas dinámicas de los tirantes puede abrir otras interpretaciones más activas y efectivas, dimensión subrayada en la retrospectiva que le dedicó el Guggenheim de Bilbao hace tres años.



En el caso de la menos conocida en nuestro país, Pae White (Pasadena, 1963), los recuerdos de lugares y situaciones vividos quedan contenidos en cada uno de los pebeteros insertos en las cinco lámparas que completan su instalación, sin duda, la más sofisticada. En la última década, White ha realizado varias series de chandeliers, junto a otros móviles. A menudo utiliza materiales efímeros, porque evidenciar lo pasajero, lo que está entre, o bien es inapreciable o carente de valor, es su propio terreno de trabajo. En esta ocasión, la artista dignifica en estas elegantes lámparas de evocación tibetana, cada una distinta, puñados de grava a la entrada de su estudio y algunos comestibles usados en la gastronomía thai muy del gusto en Los Ángeles, donde reside. Otras veces, sus estrategias pasan por la monumentalidad del formato: como una instalación de palomitas de maíz de concavidades doradas, o una gran proyección de ondas evanescentes de humo. Entre el diseño y la arquitectura, desde que en 2009 fuera seleccionada para la Bienal de Venecia, White se está revelando como una de los artistas más polifacéticos en el panorama internacional. Quizás esta poderosa pieza recuerde a algunos comisarios la necesidad de mostrar su trabajo aquí.



@_rociodelavilla